3. ¡Prabhupāda dijo tantas cosas maravillosas!



En julio de 1976, cuando Śrīla Prabhupāda visitó Nueva Vṛndāvana, se sentía enfermo. Su secretario anunció que no habría reunión al aire libre aquella noche. Llovía, y Prabhupāda se quedó en una pequeña casa que le habían ofrecido. Se sentó en el diván de la sala, mientras Pradyumna dāsa le leía el Bhagavad-gītā tal como es. También estaban en la habitación algunos devotos. Prabhupāda tenía la mano sobre la cabeza y miraba hacia abajo. Pradyumna leyó aproximadamente durante una hora, y Prabhupāda no dijo nada. Todos los presentes eran amargamente conscientes de que Prabhupāda no se sentía bien, y sabían que estaba mostrándose muy misericordioso al sentarse con ellos por algún tiempo.

Finalmente, el secretario de Prabhupāda dijo: —Muchas gracias Prabhupāda por su asociación—. Era una clara indirecta para que todos se marchasen.

—Todas las glorias a Śrīla Prabhupāda —dijo otro devoto, y todos le ofrecieron sus reverencias y se dispusieron a retirarse. —¿Alguna pregunta? —dijo Śrīla Prabhupāda alzando la cabeza. Los devotos, muy contentos, se volvieron a sentar y comenzaron a preguntar a Prabhupāda cuestiones filosóficas. Una de las preguntas se refería a la llegada de Kali-yuga.

—Ve a buscar el Bhāgavatam —dijo Śrīla Prabhupāda. Pradyumna comenzó a leer una lista de las calamidades futuras en Kali-yuga. En cada punto Prabhupāda lo detenía y daba una explicación. En pocos minutos Prabhupāda estaba predicando dinámicamente y todos olvidaron lo enfermo que estaba.

Dijo que Vyāsadeva había visto el futuro y por tanto había predicho que el estándar de la belleza consistiría en el pelo largo. En el curso de la conversación, Śrīla Prabhupāda alabó también el hecho de vivir en Nueva Vṛndāvana, el tema favorito de los devotos de allí. Dijo que en la India, aunque la gente viva a las orillas de un río sagrado como el Ganges, aun así viajan grandes distancias para ir a un tīrtha, a un lugar de peregrinaje. —El río Ganges pasa por Calcuta —dijo— pero la gente de Calcuta recorre todo la distancia hasta Hardwar para bañarse en el mismo Ganges. Prabhupāda aseguró a los devotos de Nueva Vṛndāvana que el lugar donde estaban era igual a Vṛndāvana y por lo tanto no había necesidad de ir a ningún otro centro de peregrinación.

—Ustedes ya están viviendo en un lugar sagrado.

Después del darśana de aquella noche de lluvia, Rādhānātha comentó: —¡Prabhupāda dijo tantas cosas maravillosas!
Entrevista con Rādhānātha Swami

 Aún nos falta por apreciar plenamente cuánto se sacrificó Prabhupāda para superar las dificultades de la enfermedad y la vejez con el fin de difundir la conciencia de Kṛṣṇa hasta su último aliento. Prabhupāda nos aconsejó repetidas veces en sus libros que uno no debe apegarse al cuerpo ni estar molesto por incomodidades corporales, siendo él mismo un ejemplo de esto. Uno normalmente no piensa mucho en las enfermedades de Prabhupāda, excepto que eran trascendentales. Su primera enfermedad tras llegar a América fue en 1967, cuando sufrió un ataque al corazón. Más tarde Prabhupāda fue diagnosticado diabético, sin embargo nunca tomó medicación o tratamiento regular para estas enfermedades.
Una vez en la India, un discípulo de Prabhupāda estaba preocupado por estar afectado de ictericia. El discípulo le comentó que tenía varios síntomas de ictericia como el color amarillento de los ojos y el excremento de color blanco. Al principio Prabhupāda rechazó la posibilidad de que su discípulo tuviera ictericia, aunque tuviera los síntomas. Dijo que el excremento a veces era de un color y a veces de otro, pero que estas cosas eran temporales e insignificantes: uno debía proseguir con su conciencia de Kṛṣṇa.

Similarmente, aun cuando a Prabhupāda se le diagnosticaron ciertas enfermedades, nunca pensó de sí mismo, «soy diabético» o «soy un enfermo cardíaco». Simplemente siguió con su servicio trascendental. Eso es una instrucción para todos nosotros. Las glorias de Prabhupāda no pueden ser imitadas, pero aun así nosotros también deberíamos poner nuestro servicio en primer lugar y no identificarnos como víctimas de alguna enfermedad. Cuando se hablaba demasiado de una enfermedad particular o incluso de su curación, Prabhupāda señalaba que la verdadera enfermedad es el cuerpo material y la cura real era cantar Hare Kṛṣṇa. A menudo pensamos —correctamente— que las enfermedades de Prabhupāda no tenían causas materiales, sino trascendentales. Observamos que no sólo eran trascendentales las causas, sino que también la respuesta de Prabhupāda a estas así llamadas enfermedades era enteramente trascendental. Él entendía que esto venía de Kṛṣṇa, y continuaba con su servicio tanto como le era posible, permaneciendo siempre en la plataforma trascendental. (También en la anécdota número 49, Rāmeśvara Swami describe cómo Śrīla Prabhupāda trascendió sus enfermedades físicas para entregar conciencia de Kṛṣṇa.)

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