En julio de 1976, cuando Śrīla Prabhupāda visitó Nueva Vṛndāvana, se
sentía enfermo. Su secretario anunció que no habría reunión al aire libre
aquella noche. Llovía, y Prabhupāda se quedó en una pequeña casa que le habían
ofrecido. Se sentó en el diván de la sala, mientras Pradyumna dāsa le leía el Bhagavad-gītā
tal como es. También estaban en la habitación algunos devotos. Prabhupāda
tenía la mano sobre la cabeza y miraba hacia abajo. Pradyumna leyó aproximadamente
durante una hora, y Prabhupāda no dijo nada. Todos los presentes eran
amargamente conscientes de que Prabhupāda no se sentía bien, y sabían que
estaba mostrándose muy misericordioso al sentarse con ellos por algún tiempo.
Finalmente, el secretario de Prabhupāda dijo: —Muchas gracias Prabhupāda
por su asociación—. Era una clara indirecta para que todos se marchasen.
—Todas las glorias a Śrīla Prabhupāda —dijo otro devoto, y todos le
ofrecieron sus reverencias y se dispusieron a retirarse. —¿Alguna pregunta?
—dijo Śrīla Prabhupāda alzando la cabeza. Los devotos, muy contentos, se
volvieron a sentar y comenzaron a preguntar a Prabhupāda cuestiones
filosóficas. Una de las preguntas se refería a la llegada de Kali-yuga.
—Ve a buscar el Bhāgavatam —dijo
Śrīla Prabhupāda. Pradyumna comenzó a leer una lista de las calamidades futuras
en Kali-yuga. En cada punto Prabhupāda lo detenía y daba una explicación. En
pocos minutos Prabhupāda estaba predicando dinámicamente y todos olvidaron lo
enfermo que estaba.
Dijo que Vyāsadeva había visto el futuro y por tanto había predicho que
el estándar de la belleza consistiría en el pelo largo. En el curso de la
conversación, Śrīla Prabhupāda alabó también el hecho de vivir en Nueva Vṛndāvana,
el tema favorito de los devotos de allí. Dijo que en la India , aunque la gente viva
a las orillas de un río sagrado como el Ganges, aun así viajan grandes
distancias para ir a un tīrtha, a un
lugar de peregrinaje. —El río Ganges pasa por Calcuta —dijo— pero la gente de
Calcuta recorre todo la distancia hasta Hardwar para bañarse en el mismo
Ganges. Prabhupāda aseguró a los devotos de Nueva Vṛndāvana que el lugar donde
estaban era igual a Vṛndāvana y por lo tanto no había necesidad de ir a ningún
otro centro de peregrinación.
—Ustedes ya están viviendo en un lugar sagrado.
Después del darśana de aquella
noche de lluvia, Rādhānātha comentó: —¡Prabhupāda dijo tantas cosas
maravillosas!
Entrevista con Rādhānātha Swami
Aún nos falta por apreciar plenamente cuánto
se sacrificó Prabhupāda para superar las dificultades de la enfermedad y la
vejez con el fin de difundir la conciencia de Kṛṣṇa hasta su último aliento.
Prabhupāda nos aconsejó repetidas veces en sus libros que uno no debe apegarse
al cuerpo ni estar molesto por incomodidades corporales, siendo él mismo un
ejemplo de esto. Uno normalmente no piensa mucho en las enfermedades de Prabhupāda,
excepto que eran trascendentales. Su primera enfermedad tras llegar a América
fue en 1967, cuando sufrió un ataque al corazón. Más tarde Prabhupāda fue
diagnosticado diabético, sin embargo nunca tomó medicación o tratamiento
regular para estas enfermedades.
Una vez en la India , un discípulo de
Prabhupāda estaba preocupado por estar afectado de ictericia. El discípulo le
comentó que tenía varios síntomas de ictericia como el color amarillento de los
ojos y el excremento de color blanco. Al principio Prabhupāda rechazó la
posibilidad de que su discípulo tuviera ictericia, aunque tuviera los síntomas.
Dijo que el excremento a veces era de un color y a veces de otro, pero que
estas cosas eran temporales e insignificantes: uno debía proseguir con su
conciencia de Kṛṣṇa.
Similarmente,
aun cuando a Prabhupāda se le diagnosticaron ciertas enfermedades, nunca pensó
de sí mismo, «soy diabético» o «soy un enfermo cardíaco». Simplemente siguió
con su servicio trascendental. Eso es una instrucción para todos nosotros. Las
glorias de Prabhupāda no pueden ser imitadas, pero aun así nosotros también
deberíamos poner nuestro servicio en primer lugar y no identificarnos como
víctimas de alguna enfermedad. Cuando se hablaba demasiado de una enfermedad
particular o incluso de su curación, Prabhupāda señalaba que la verdadera
enfermedad es el cuerpo material y la cura real era cantar Hare Kṛṣṇa. A menudo
pensamos —correctamente— que las enfermedades de Prabhupāda no tenían causas
materiales, sino trascendentales. Observamos que no sólo eran trascendentales
las causas, sino que también la respuesta de Prabhupāda a estas así llamadas
enfermedades era enteramente trascendental. Él entendía que esto venía de Kṛṣṇa,
y continuaba con su servicio tanto como le era posible, permaneciendo siempre
en la plataforma trascendental. (También en la anécdota número 49, Rāmeśvara
Swami describe cómo Śrīla Prabhupāda trascendió sus enfermedades físicas para
entregar conciencia de Kṛṣṇa.)
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