En sus clases, Śrīla Prabhupāda a menudo ridiculizaba la civilización de
los «carruajes sin caballos», en que los autos van rrm-rrm de un lado a otro por las autopistas, ocasionando a menudo
accidentes fatales. También él experimentó personalmente los peligros de montar
en automóvil.
En una ocasión, de camino a Māyāpura, con Gargamuni al volante, el auto
golpeó a un hombre que estaba reparando la carretera. Aunque el hombre no se
lastimó mucho, a medida que el auto iba frenando, la gente del lugar bloqueaba
la carretera y rodeaba el coche. Muy pronto un gran grupo de bengalíes airados
estaban gritando iracundos al carro. Śrīla Prabhupāda bajó la ventanilla y les
habló en voz muy fuerte en bengalí. Tras un rato, Prabhupāda se volvió a
Gargamuni y le dijo: —Dales diez
rupias—. Las diez rupias sólo sirvieron para producir más gritos y amenazas.
—Dales diez más— dijo Prabhupāda. Cuando Gargamuni hizo esto, Śrīla
Prabhupāda indicó: —Ahora podemos irnos—. El automóvil comenzó a moverse
lentamente, la multitud se dispersó, y el grupo de Prabhupāda siguió su marcha,
después de la horrible experiencia. Entonces Śrīla Prabhupāda comenzó a
reprender a Gargamuni por conducir demasiado de prisa.
Otra vez, en América, en un paseo matutino, Śrīla Prabhupāda dio la
misma instrucción. Rādhāvallabha dāsa estaba evocando una ocasión en que había
viajado en auto a 140 km
por hora para recibir a Śrīla Prabhupāda en el aeropuerto de Nueva York. Un
policía de tráfico iracundo lo paró, dijo Rādhāvallabha, pero cuando vio que Rādhāvallabha
era un Hare Kṛṣṇa y escuchó que iba a recibir a Śrīla Prabhupāda, le permitió
marcharse.
Śrīla Prabhupāda no pareció impresionado ni interesado en la historia.
—No vayan tan rápido —replicó—. No abusen.
—Bueno, estábamos yendo a recogerlo a usted al aeropuerto —dijo Rādhāvallabha
sonriendo.
—Eso está bien —dijo Prabhupāda—. Pero no vayan tan rápido.
Algunos años antes, cuando un devoto se mató en un accidente
automovilístico, por cansancio, después de toda una noche de conducción, Śrīla
Prabhupāda lamentó mucho la pérdida de un vaiṣṇava,
un discípulo llamado Jaya Gopāla. En una carta que escribió después de la
tragedia, Śrīla Prabhupāda decía que cualquier beneficio obtenido al conducir
velozmente toda la noche, se había perdido con creces por la pérdida del
devoto.
Entrevistas con Śrutakīrti dāsa, Satsvarūpa dāsa Goswami Rādhāvallabha dāsa,
y Pūrṇacandra-devī dāsī
Los devotos
han notado en varias ocasiones que Prabhupāda demostraba una percepción
extrasensorial de los acontecimientos. Prabhupāda estaba en Florida con Hṛdayānanda
dāsa Goswami, yendo en automóvil detrás de un camión de fruta. Prabhupāda lo
señaló y dijo: —Oh, ¿melones?—. Hṛdayānanda Goswami explica: Nosotros miramos,
pero todo lo que podíamos ver eran naranjas de Florida. Dijimos: —No, Prabhupāda, son naranjas—. Pocos
minutos después, adelantando al camión, vimos los melones detrás de las
naranjas: ¡estaban escondidos! Prabhupāda rió y dijo: —Sí, ahí están los
melones.
Una vez, en
el Bhaktivedanta Manor, Śrīla Prabhupāda se quejó de un grifo goteando que lo
molestaba. Los devotos buscaron y buscaron pero no encontraron nada.
Finalmente, fuera de su habitación, siguiendo por un corredor, bajando unos
cuantos escalones, continuando por otro pequeño corredor y dentro de un
armario, en un lugar de donde nunca se tomaba agua, encontraron el ofensivo
grifo. Nadie pudo saber cómo hizo para escuchar el goteo.
<<< anterior siguiente >>>
No hay comentarios:
Publicar un comentario