8. Personal: Los cambios en su forma de actuar



Algunos devotos han concluido que durante los años que Prabhupāda estuvo con ISKCON (desde 1966 a 1977), él pasó por tres etapas. La primera fase fue cuando Śrīla Prabhupāda era el único devoto responsable de predicar y todos acudían a él como el único guía espiritual, sin intermediarios. Así es como Śrīla Prabhupāda se presentó a los devotos en el primer templo de Nueva York y en el templo de San Francisco. Como «Swamiji» era tolerante, siempre parecía tener tiempo de sobra para hablar con cualquiera, y solamente de una manera gradual pidió a sus discípulos que siguieran las reglas y regulaciones. Estaba tratando de comenzar un movimiento después de haber pasado un año en América sin que nadie se hubiera unido a él; así pues, si los discípulos dejaban que limpiase solo su apartamento, o compartían el cuarto de baño con él, él lo toleraba. Durante esta época también su forma de vestir era en algunos detalles distinta de más adelante. No llevaba kurtās, sino un cādar sobre el pecho desnudo, o bien se ponía un suéter barato de cuello alto que le habían dado sus seguidores. Iba con ellos en trenes, autobuses y metro, y no viajaba mucho, sino que se quedaba en cada templo durante varios meses consecutivos.

Todo esto cambió durante el período en que el movimiento creció rápidamente (desde 1969 hasta 1975). Śrīla Prabhupāda, mediante sus propios esfuerzos cargados de poder, se convirtió en el líder mundial de una religión influyente. Fueron años de tremendos esfuerzos para él. Revitalizó la India predicando la conciencia de Kṛṣṇa, viajando mucho por aquel país, y dirigiendo allí la construcción de templos importantes. También dio varias vueltas al mundo. A medida que iba iniciando a cientos y miles de discípulos, se fue volviendo menos accesible a ellos. Ahora —porque así lo dispuso él mismo— sus líderes, especialmente los presidentes de templos, los sannyāsīs y los GBC, se ocupaban de la mayoría de los problemas, aunque las decisiones finales y la carga última de todo recaía siempre sobre él.

La tercera fase fue la retirada gradual de su participación intensa en la dirección. En un sentido, la segunda fase de plena participación en la expansión de ISKCON continuó hasta el final. Pero es cierto que Śrīla Prabhupāda empezó a permitir que sus representantes miembros del GBC aceptaran cada vez más responsabilidades. Al menos éste era su deseo. Explicó que quería dedicar más tiempo a escribir. Comenzó a quedarse más tiempo en la India, donde parecía encontrarse más como en su casa, y cuando realizaba giras a América y Occidente no se involucraba mucho en la administración de los templos, sino que daba clases. Gradualmente, sus conferencias públicas fueron también una responsabilidad que asignó a sus discípulos más antiguos, mientras que él predicaba más a los devotos con permanencias cortas en diferentes templos. Ahora ya no tenía que ser el pionero de cada nueva apertura o inauguración del movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa, ya que sus discípulos viajaban a todo lo largo y ancho del planeta para abrir nuevos centros, con la credibilidad de Śrīla Prabhupāda como base y sus libros como armas.

Después, en su último año, cambió claramente el ánimo de su actividad y permaneció casi de continuo en la India, a medida que sus actividades corporales disminuían e iba entrando poco a poco en el último pasatiempo: el de su partida. Agrupó a unos pocos discípulos a su alrededor para que le ofreciesen un servicio personal e íntimo, e hizo preparativos para la continuidad del movimiento después de su desaparición.

Aun cuando algunos de estos cambios en la conducta de Śrīla Prabhupāda a través de los años son innegables, Prabhupāda tenía muchas cualidades inmutables. Como él mismo dijo: —No he olvidado a Kṛṣṇa ni siquiera un momento de mi vida—. Prabhupāda también dijo que él siempre era el mismo, desde los primeros días de su llegada a América. La única diferencia era que Kṛṣṇa le había enviado hombres y dinero, y con ello Prabhupāda transformó la prédica de la conciencia de Kṛṣṇa, aunque él personalmente seguía siendo el mismo. Śrīla Prabhupāda decía: —ISKCON puede ser muy grande, pero yo soy muy pequeño—. Él era siempre una persona pura, el predicador empoderado y el bienqueriente gentil, manifestándose en papeles diversos de acuerdo con lo que Kṛṣṇa dispusiera.

Con los años, Śrīla Prabhupāda comenzó a vestir mejores ropas de sannyāsī, comenzó a utilizar mejores automóviles, viajaba en aviones, aceptaba millones de dólares en nombre de Kṛṣṇa; pero siguió siempre siendo el mismo, el sirviente puro, y lo usó todo para el Señor, sin tendencia alguna de disfrute. Cualquier cosa apropiada y útil para el servicio de Kṛṣṇa, él la aceptaba. Siempre quiso que todo el mundo se hiciera consciente de Kṛṣṇa y para ello estaba dispuesto a trabajar constantemente. Siempre era dulce y considerado, y siempre estaba en contacto con Kṛṣṇa. Siempre llevaba sus cuentas de japa en una bolsa y rezaba con ellas y siempre llevaba kaṇthī-mālā alrededor del cuello y tilaka en la frente. Siempre trabajaba en la traducción de Escrituras trascendentales como el Śrīmad-Bhāgavatam; para ello se levantaba en la noche y dictaba sus significados Bhaktivedanta.

Nunca cambió su filosofía como los científicos especuladores o como los filósofos occidentales o los héroes culturales los hombres de negocios de moda, que se adaptan a los tiempos para mantener su popularidad. Siempre ofrecía el mismo producto inapreciable, la filosofía del Señor Caitanya y el Señor Kṛṣṇa, exactamente tal como la había recibido de su maestro espiritual. George Harrison notó y apreció esta cualidad en Prabhupāda cuando declaró: —Simplemente él hablaba siempre de Kṛṣṇa, no importa quién estuviera ante él. Cuando quiera que lo veías, era siempre el mismo. Y no es que te decía que cantaras el mantra Hare Kṛṣṇa y la siguiente vez te decía: «Disculpa, ya no lo hagas, me equivoqué». No, él era siempre el mismo.

Nosotros, los seguidores de Prabhupāda, deberíamos aprender de su līlā este arte: cómo actuar según los tiempos y adaptarnos a la ocasión, la persona y el lugar, pero al mismo tiempo conservar intacta nuestra personalidad original consciente de Kṛṣṇa. Las convicciones profundas e inamovibles de Prabhupāda son milagrosas cuando consideramos que no las cambió al venir a América. Nunca cambió sus vestidos, su dieta ni su vida regulada, a pesar de los consejos de ciertos «svāmīs» que le decían que así lo hiciera. Era también maravillosa su habilidad para realizar ajustes dinámicos, como por ejemplo establecer una cuota de japa que sus discípulos pudieran completar y otorgar a las mujeres iguales derechos para la iniciación.

¡Todas las glorias al firme trayecto de los pasatiempos de Śrīla Prabhupāda en este mundo! ¡Todas las glorias a su posición fija, más precisa que la órbita del Sol en el cielo! ¡Y todas las glorias a su inteligencia trascendental en la prédica, por la cual cambiaba su forma de actuar siguiendo las indicaciones de Kṛṣṇa para obtener los mejores resultados en la presentación de la conciencia de Kṛṣṇa a las reacias almas condicionadas! Que su movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa continúe reflejando estas dos fortalezas de cambio y perdurabilidad.

Satsvarūpa dāsa Goswami

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