Sin importar qué otras cosas estuviera haciendo, Śrīla Prabhupāda
siempre incluía la clase en su programa, incluso cuando estaba enfermo.
Adondequiera que viajaba, vivía con los devotos y se reunía con ellos para dar
la clase de la mañana. Aquí había una oportunidad de observar sus gestos y
expresiones mientras hablaba, absorto en el Śrīmad-Bhāgavatam.
Algún estudiante obtuso podría pensar que él siempre decía lo mismo, pero
Prabhupāda podía citar un mismo verso para demostrar conclusiones diferentes.
Siempre le daba una nueva luz. También decía que la repetición era necesaria
para aprender algo sólidamente. Para la mayoría de los devotos en los años
siguientes, ésta era una ocasión segura para estar con él en su forma personal,
para sentarse y escuchar. Era un momento muy formal, y puede ser que uno
deseara tener otro tipo de ocasiones para hacer preguntas más personales y
poder tener la respuesta sólo para uno, pero aun así las clases eran una gran
misericordia, y —para un estudiante receptivo— eran también muy personales. Los
devotos han sido testigos de cómo en una gran audiencia, cuando Prabhupāda
dijo: —Distribuyan libros, distribuyan libros, distribuyan libros—, muchos de
los presentes lo tomaron a pecho y construyeron sus vidas sobre esa
instrucción. Y muchos testificaron que habían sentido que durante la clase
Prabhupāda los miraba y les hablaba específicamente a ellos, incluso sabiendo
que también les estaba hablando a todos los demás.
La clase del Bhāgavatam era una ocasión en que todos podían estar con él. Cada
mañana sin falta comenzaba, miraba un momento el verso y hablaba, como quien
entra en un río sagrado, sumergiéndose completamente en el Śrīmad-Bhāgavatam. Casi nunca eligió otra literatura sobre la que
hablar por la mañana. ¡Qué ejemplo, qué manera de demostrar que el Śrīmad-Bhāgavatam contiene todo lo
demás, y que es perfecto para nuestros días!
Se sentaba en la postura tradicional del guru —con las piernas cruzadas, sentado en el vyāsāsana— con sus anteojos, el libro en la mano, el micrófono,
gesticulando y alzando la vista. Era el representante de Vyāsadeva, ciento por
ciento, dándonos sabiduría trascendental. Viendo el ejemplo de Śrīla Prabhupāda
aun hoy, mediante películas o grabaciones en cinta, todos los devotos del
movimiento para la conciencia de Kṛṣṇa pueden adoptar los mismos procedimientos
y asimismo obrar como él lo hacía. Como él, podemos preceder la clase con la
canción Jaya Rādhā-Mādhava, tocando karatālas y luego recitar oṁ namo bhagavate vāsudevāya, después el
sánscrito, la traducción palabra por palabra, el verso en inglés y el
significado. No tenemos necesidad de inventar algo nuevo. Después de
mostrárnoslo cientos y cientos de veces, ¿cómo podemos dejar de seguir la
instrucción de que debemos continuar con la tradición matinal de sentarnos
juntos y hablar y escuchar?
Una vez un devoto le dijo a Śrīla
Prabhupāda que muchos discípulos se dormían durante las clases, y Śrīla Prabhupāda
respondió que ya lo sabía. Dijo que sus clases eran para los estudiantes
avanzados. Śrīla Prabhupāda, como amante instructor, se entregaba sin fatiga,
pero dependía de sus discípulos el sacar provecho. Confieso que yo era uno de
aquellos que se dormían durante la clase del Śrīmad-Bhāgavatam. Una vez incluso le pregunté a Śrīla Prabhupāda
qué podía hacer acerca de mi triste infortunio. Dijo que en la India hay un chiste ateo:
«El Śrīmad-Bhāgavatam es la cura
segura para el insomnio». Cuando Śrīla Prabhupāda dijo esto, me reí, pero quise
que no fuera verdad para conmigo. A veces, cuando Prabhupāda veía a algunos
devotos durmiendo en su clase, los mandaba ponerse de pie e irse al fondo. El Śrīmad-Bhāgavatam era para sus
estudiantes avanzados, sin embargo seguía concediéndonos oportunidades de llegar
a ser más avanzados.
Śrīla Prabhupāda hablaba con
emoción y con gran potencia retórica, directamente desde sus profundas
convicciones. Tenía una gran habilidad oratoria, enfatizando con ademanes
estéticos, aunque no efectuaba ninguno por vanidad, o sin realización; no como
las charlas de la danza rāsa de los
falsos recitadores del Bhāgavatam. Él
vivía la vida del Bhāgavatam. Él era
también el predicador ideal del Bhāgavatam.
Así pues, cuando hablaba sus emociones eran siempre correctas.
Gentilmente Śrīla Prabhupāda dio
todas esas clases, y ahora —mediante grabaciones en cinta— aún las escuchamos,
incluso al despertar por la mañana, tomando prasāda,
o conduciendo un auto, o volando en avión, postrados enfermos o en el lecho de
muerte; estos matchless gifts
[regalos incomparables] continúan en nuestros oídos para limpiarnos el corazón
y nos recuerdan que somos sus śiṣyas
[discípulos] y que somos seguidores del Śrīmad-Bhāgavatam.
Satsvarūpa dāsa Goswami
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