«Durante un tiempo fui el director de escuela del nuevo gurukula de Vṛndāvana. En esa época, el
amigo de Śrīla Prabhupāda, Bhagatji, a menudo iba a visitar a Prabhupāda.
Bhagatji era también algo así como el padrino del gurukula; me ayudaba de varias formas. Cuando solía ir a ver a Prabhupāda,
yo pensaba, “bueno, quizá yo también pueda entrar con él”. Así que Bhagatji me
solía dejar que lo acompañase, entrase, y simplemente me sentara en la
habitación de Prabhupāda y escuchase la conversación. Muchas veces era en hindi
o bengalí de manera que realmente yo no podía entender mucho, pero aun así era
muy bueno el simple hecho de sentarse y estar con Śrīla Prabhupāda.
»Sin embargo yo me estaba enorgulleciendo un poco, pensando, “esto es
fabuloso, ahora tengo esta posición, puedo entrar y ver a Śrīla Prabhupāda”.
Con esta contaminación en la mente, una noche fui a ver a Śrīla Prabhupāda
cuando estaba sentado en su jardín, hablando con un par de invitados hindúes.
Cuando entré, los invitados ya estaban sentados allí, y Prabhupāda me dijo: —Ve
y trae algunos āsanas—. Salí
corriendo e intenté conseguir āsanas,
pero me di cuenta de que no sabía dónde buscarlos. Estaba en un dilema. No
sabía qué hacer. Pensé, “bueno, creo que tendré que volver y preguntarle a
Prabhupāda”. Así que volví y le pregunté:
»—¿Śrīla Prabhupāda?
»—¿Sí?
»—¿Dónde puedo conseguir los āsanas?
»—Ve a ver a Hari-śauri, él te los mostrará—. Me fui corriendo y
encontré a Hari-śauri.
»—Hari-śauri, Prabhupāda quiere unos āsanas
para los invitados, ¿me los puedes conseguir?
»—Mm, no creo que tengamos ninguno —replicó él.
»—¡Oh no! —respondí. Él dijo: —Déjame que busque—. Revolvió en su
armario y salió con un āsana de
aspecto arrugado. Yo pensé, “sólo tengo un āsana,
¿qué voy a hacer?”. Así que salí de regreso y los invitados se estaban
preparando para marcharse. Prabhupāda dijo: —Dales prasāda.
»Salí de vuelta corriendo y otra vez encontré a Hari-śauri. Le dije:
—Los invitados se están yendo. Prabhupāda quiere que les dé prasāda—. Él dijo: —Muy bien, aquí
tienes.
»Salí y le di a cada uno algo de prasāda.
En este punto pensé, “bueno, al menos he hecho una cosa bien”. Pero como aún
tenía este único āsana, volví al
jardín. Cuando entré, Prabhupāda estaba hablando con Bhagatji y no había nadie
más. Parecía que Bhagatji ya estaba sentado sobre algo, y Prabhupāda estaba
sentado en su propio asiento algo elevado. Así que me quedé de pie con este āsana; no sabía qué hacer con él. No
podía dilucidar si Prabhupāda quería que el āsana
fuese usado por mí, por Bhagatji, por alguno de los invitados o por quién. No
lo sabía. Yo estaba totalmente confundido. Cuando entré, Prabhupāda dijo: —Te
pedí varias veces que trajeras āsanas.
¿Qué dificultad hay?—. Entonces yo respondí: —Śrīla Prabhupāda, sólo he podido
conseguir este āsana.
»Prabhupāda respondió diciendo simplemente: —Hmm.
»—¿Śrīla Prabhupāda?
»—¿Sí?
»—¿Qué hago con el āsana?
»Prabhupāda me miró: —Toma tu āsana
y te sientas encima—. Y entonces se empezó a reír. Me sentí como un completo
necio cuando se rió. Bhagatji comenzó a reír también y asimismo yo empecé a
reír. En ese punto pude comprender lo inflado que estaba, creyéndome una gran
personalidad que podía ir a ver a Śrīla Prabhupāda, pero que él me había
revelado qué clase de completo necio era yo: un tonto incompetente. Los dos se
reían y yo también me reía sin poder entender por qué. Por alguna razón, sin
embargo, me sentí completamente desahogado por su reprimenda de hacerme
aparecer como un necio, porque pude entonces comprender mi posición real. Yo
sólo era un sirviente tonto, insignificante, que no podía hacer prácticamente
nada bien. Por alguna causa, simplemente saber eso fue un gran descanso, así
que me senté y ellos continuaron charlando.»
Entrevista con Rūpa-vilāsa dāsa Adhikārī y Candrikā-devī dāsī
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