Un hombre simple de aldea en una ocasión quería servir a la persona más
grande. Se acercó al alcalde de su pueblo y le pidió que le diese trabajo.
Mientras servía al alcalde, el hombre de la aldea notó que el alcalde le daba
todo el dinero de una recaudación de impuestos a un visitante. Preguntó quién
era el visitante y el alcalde le dijo que era un representante del gobernador.
—¿Pero entonces acaso es el gobernador más grande que tú?
—Oh sí, él es más grande que yo —dijo el alcalde.
—Entonces quiero servirlo a él —dijo el aldeano. El alcalde apreció la
honestidad del hombre y lo recomendó al gobernador.
El hombre sirvió al gobernador durante algún tiempo. Entonces un día
llegó un visitante acompañado de una tropa a caballo. El gobernador dio la
bienvenida al visitante con deferencia y lo trató con todo respeto. Cuando tuvo
una oportunidad, el aldeano le preguntó al gobernador quién era el visitante.
—Es el virrey, el representante del rey —dijo el gobernador.
—¿Y quién es el rey? —preguntó el hombre.
—Es el que gobierna toda la
Tierra —dijo el gobernador—. Es muy grande.
—¿Es él más grande que usted? —preguntó el hombre.
—Oh sí, yo sólo soy su sirviente.
—En ese caso me gustaría servirle a él.
El hombre de la aldea tenía talento, así pues, para complacer al rey, el
gobernador lo envió a él.
El hombre sirvió al rey durante algunos meses, y entonces un día el rey le
dijo que dispusiera la carroza. Un gran sabio había llegado al reino y el rey
quería el consejo del sabio sobre cómo gobernar.
El hombre de la aldea observó cómo el rey se acercaba a la persona santa
y le ofrecía respetos. Entonces el rey se sentó y escuchó al sabio hablar
durante algún tiempo. Entonces, cuando el rey se estaba preparando para
regresar a su palacio, el aldeano se acercó al sabio y le preguntó si él era la
persona más grande. El sabio dijo que no, que él solamente era un minúsculo
sirviente.
—Por favor, dígame ¿quién es la persona más grande?
—Para encontrar a la persona más grande, debes ir al templo de Nārāyaṇa
—le dijo el sabio. Sin perder un momento, el hombre comenzó a caminar.
Cuando llegó ya estaba anocheciendo y las puertas del templo estaban
cerradas. El hombre golpeó las puertas durante mucho tiempo. Finalmente un
sacerdote del templo salió y le dijo que se fuese a su casa y regresase al día
siguiente.
No teniendo ningún lugar a donde ir, el hombre se tumbó a la puerta y se
durmió. Antes del amanecer, algunos brāhmaṇas
de un pueblo cercano pasaron por el templo y vieron al hombre durmiendo en la
puerta. Notaron que cubriendo el cuerpo del hombre había una cādar de la Deidad. —¡Es un ladrón!—.
Con ira despertaron al hombre y le preguntaron de dónde había sacado el cādar. El hombre estaba anonadado y les
dijo que no sabía de dónde había venido el cādar.
Entonces los brāhmaṇas trataron de
abrir la puerta del templo y descubrieron que estaba cerrada. Entonces se
dieron cuenta que el propio Señor Nārāyaṇa en persona había colocado Su cādar sobre Su sirviente para mantenerlo
caliente mientras dormía. Los brāhmaṇas
le preguntaron al hombre de dónde venía y él les contó su historia. Entonces el
hombre fue aceptado en el templo y se le enseñó cómo servir a la Deidad. De esta manera
el hombre consiguió servir a la
Persona más grande.
Satsvarūpa dāsa Goswami
Simplemente bello.
ResponderEliminar