Prabhupāda una vez contó una historia mostrando cómo la educación védica
satisface.
Hace 300 años vivía en Kṛṣṇanāgara,
cerca de Māyāpura, un brāhmaṇa muy
avanzado pero muy pobre. El monarca, Rāja Kṛṣṇacandra, oyó acerca de este brāhmaṇa sabio, y fue a visitarlo.
—Brāhmaṇa, ¿puedo ayudarte en alguna manera?
—No, no necesito ninguna ayuda
de ti —respondió el brāhmaṇa.
—Pero yo me doy cuenta de que
estás totalmente empobrecido —dijo el rey.
—No —dijo el brāhmaṇa—, no estoy totalmente
empobrecido. Mis alumnos mendigan algo de arroz, y mi esposa lo prepara. Además
puedo cocinar las hojas de este árbol de tamarindo. ¡No estoy empobrecido!
Entonces Prabhupāda explicó que aquel que conoce el Brahman está
satisfecho, brahma-bhūtaḥ prasannātmā.
Dijo que un brāhmaṇa está satisfecho
con cualquier cosa que venga por sí misma, y que antiguamente esta
independencia de los deseos materiales era muy apreciada. La educación moderna,
sin embargo, mata esa independencia. Prabhupāda dijo que alta tecnología
significa que la gente debe depender de las máquinas para su supervivencia, y
que por eso tienen que sufrir.
Clase en Los Ángeles, 24 abril 1973
Una vez Prabhupāda contó una historia acerca de los juegos de palabras:
Hace mucho tiempo, un
estudiante se presentó a un examen muy importante. Una de las preguntas era acerca
del reino de Haridwar Bastha. El estudiante no recordaba nada acerca de esta
persona, pero para pasar el tiempo, comenzó a fabricar palabras. «Haridwar
Bastha era un dobendi lacrilizado por el platonio de tinda». De esta forma el
estudiante llenó toda la hoja. El examinador vio que el muchacho simplemente
había inventado palabras, pero comprendiendo que esto requería algo de
inteligencia, le puso un aprobado. De una manera similar, muchos libros que se
publican son simplemente invenciones sin sentido, pero debido a que el jugar
con palabras requiere de una cierta inteligencia, esos libros se consideran
valiosos.
Caminata en Los Ángeles, 24 abril 1973
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