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Epílogo
Dieciséis párrafos sobre el canto
Él anhela, temprano en la
mañana, pasar sus cuentas en la silenciosa habitación, más sus sueños reflejan
una mente errante.
“El santo nombre es Kṛṣṇa
Mismo”; él sabe que es cierto, lo ha sabido por más de una década.
A lo lejos escucha un tren, y
cerca un ruido; alguien moviéndose; su mano derecha toma el rosario, y el
pulgar y el índice toman la primera cuenta con inmediata esperanza.
Cantar con ofensas no puede
producir gusto por el santo nombre puro, sólo una sombra del nombre. “Eso es lo
que puedo esperar”, piensa él, pero sabe que el poder del nombre lo puede
vencer.
También grandes santos en
lugares sagrados como el patio del Templo Rādhā-Damodara, Śrīla Prabhupāda bajo
un mosquitero en su habitación de Bombay a las 3 a .m. habiendo recién
terminado de dictar los significados del Bhāgavatam —los grandes santos
cantan. Y así otro devoto canta siguiendo sus pasos, sometiéndose pacíficamente
a la orden del guru y sabiendo en su corazón que es cierto. Él preferiría morir
que abandonar esto. Pero han sido años; su mente y sus hábitos siguen evitando
que el nombre puro penetre en sus oídos.
Incluso la sombra del nombre
trae liberación, así como los primeros rayos del amanecer espantan a los
fantasmas y los ladrones de la noche. “Más, aun vivo en la sombra del nombre”,
piensa él. “¿Debo siquiera aspirar a levantarme?”. Permítaseme primero
permanecer despierto, libre de deseo ilícito, pronunciando claramente Hare Kṛṣṇa,
Hare Kṛṣṇa, Kṛṣṇa Kṛṣṇa, Hare Hare / Hare Rāma, Hare Rāma, Rāma Rāma, Hare Hare. Aun yo puedo ser
transformado.
Las cuentas de madera pasan por
sus dedos; principia el japa para el diminuto jīva, marcando y
clamando por Kṛṣṇa en la soledad antes del alba.
Limpia el corazón del polvo
acumulado por muchas vidas; extingue el fuego de repetidos nacimientos y
muertes. No es tan fácil. Pero aun el nombre-sombra pronunciado por un devoto
sombra, aun el primer paso vale un millón de veces más que cualquier otra cosa.
Tiene sus cuentas debidamente en
su mano y el nombre en sus labios. Camina, pero se cansa. Pero si se sienta, se
duerme. Dicen que aun el principiante tiene amor por Dios, igual que un mango
verde, que es un mango aunque no un mango maduro.
Cansado, se sienta, cabecea, y
descubre que su mente ha viajado a través de todo el universo de deseos humanos
y subhumanos. Abofetea su imagen mental, y su atención retorna al nombre. Pero
ese acto correctivo es ejecutado ad infinitum —¿dónde está la esperanza
de que lo corregirá definitivamente? Aun si él no tiene tal esperanza, todavía
está la bofetada correctiva, nuevamente, y tiene una voluntad y una resolución
firme de corregir una y otra vez. De regreso al nombre, de regreso a Dios.
Tan sólo el pronunciar lo
salvará, tal como salvó a Ajāmila. Salen a raudales tantísimos nombres, todos
imperfectos de parte del cantor, como productos mal terminados de una línea de
ensamblaje defectuosa —y sin embargo cada nombre mantiene su perfección.
Está confuso con su propia
recitación desganada; está ilusionado por el ego falso, se tambalea, y busca
descanso físico. “¿Cuándo tendré éxito?”.
Él es como un alpinista. Busca a
tientas con la mano y trata de levantar su cuerpo, confiando en la firmeza de
la delgada saliente de arriba. Su
pie tantea, buscando una saliente segura más abajo, tras continúa escalando las
escarpadas elevaciones de su mente. La cuerda alrededor de su cintura está
firmemente sujetada arriba a lo lejos por el Señor, quien personalmente está levantando
el alma — ¿por qué es entonces tan difícil?
Él canta como el guardia que
hace su ronda, vigilando la propiedad, feliz en sus deberes, vigilando para
asegurarse que su voz pronuncie sólo el nombre. Y con su linterna
constantemente irrumpe en la oscuridad de la mente errante. Como un guardia él
canta sus rondas.
¡Guías del santo nombre, por
favor concédanle la chispa adicional de misericordia a los cantores lentos de
Tus santos nombres! ¡Ah, pero Tú ya has hecho esto! El Señor Caitanya Mahāprabhu
se ha tomado molestias sin límites para liberarnos mediante el método más fácil
y sublime. Depende de nosotros. ¡Si rehusáramos ahora! No, es inaudito. Debemos
aceptar que no permaneceremos tan caídos.
El poeta vaiṣṇava declara que ha de haber sido maldecido por Yamarāja y que
por lo tanto no tiene ningún gusto por las prácticas devocionales. Empero,
también es cierto que Śrīla Prabhupāda ha venido a rescatarnos de nuestra
propia aversión por el bhakti. Por su canto y su baile nos hemos
atraído, y por su orden continuamos pacientemente, colocando el mahā-mantra
sobre nuestra cabeza y aspirando a servirle.
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