En una visita a Los Ángeles en 1971, Prabhupāda dio un largo paseo por
un parque. Después de caminar por algún tiempo, Prabhupāda y los devotos
llegaron a una sección del parque que estaba clausurada. Había una puerta
abierta, pero un cartel advertía prohibida
la entrada. Prabhupāda comenzó a caminar hacia la puerta. Karandhara le
dijo a Prabhupāda que no debía pasar por la puerta, que estaba prohibido. Lo
repitió tres veces, hasta que finalmente Prabhupāda se paró, lo miró, y le
dijo: —Mahājano yena gataḥ sa panthāḥ:
‘Uno debe seguir el camino indicado por los mahājanas’—.
Y cruzó la puerta. Prabhupāda había elegido un sendero que conducía
directamente al automóvil, y así se ahorró una larga caminata de regreso por
donde habían venido.
Entrevista con Toṣana Kṛṣṇa dāsa
Una vez los devotos pidieron un mecanismo especial para subir y bajar la
cúpula de la carroza del ratha (carro
donde se transporta al Señor Jagannātha). Los devotos aseguraron que Nara-Nārāyaṇa
dāsa podía ensamblar el mecanismo, pero Prabhupāda dijo que tenían que formar
un comité y consultar entre ellos, en lugar de hacer que un solo hombre
acometiese la tarea. Dijo que no tenía que haber solo un hombre que supiese
mientras todos los demás no sabían lo que él estaba haciendo.
Cuando los devotos le contaron a Nara-Nārāyaṇa lo que Prabhupāda había
dicho, Nara-Nārāyaṇa se sintió mal, pensando que Prabhupāda dudaba de él. No
obstante los devotos se sentaron y tuvieron una reunión. Juntos se dieron
cuenta que ni Nara-Nārāyaṇa ni ninguno entre ellos tenían la habilidad para
ensamblar el mecanismo. Entonces resolvieron consultar siempre a otro antes de
comenzar un proyecto.
Entrevista con Nara-Nārāyaṇa dāsa
Una vez, en Hyderabad (India), Prabhupāda estaba en una habitación con
el techo inclinado. Le pidió a su sirviente Hari-śauri que colocara un cuadro
de Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī sobre el almirā.
Pero como el techo estaba inclinado, Hari-śauri no se podía imaginar la forma
de colocar el cuadro. Prabhupāda dijo que se requería de un poco de
inteligencia, y entonces relató una historia.
Cristóbal Colón y un compañero estaban sentados en la mesa.
—Realmente, el hecho de que tú hayas ido a América no ha sido nada
especial —dijo el caballero—. Tú no planeaste ir, fue un accidente; cualquiera
pudo haberlo hecho, sólo que casualmente tú fuiste el primero.
Entonces Cristóbal Colón puso un huevo sobre la mesa y le dijo: —Pon de
pie este huevo—. El hombre lo intentó y lo intentó mas no lo pudo poner en pie.
Finalmente abandonó desesperado. Entonces Colón golpeó varias veces el extremo
grande del huevo contra la mesa, hasta que lo aplanó. Después colocó el huevo
de pie.
—Bueno —afirmó el hombre—, tú no me dijiste que podía romper el huevo.
—Sí —replicó Colón—, requiere de un poco de inteligencia.
Después de contar esta historia Prabhupāda inclinó el cuadro de un
manera contraria a la de un cuadro convencional, de tal forma que el borde
superior descansara sobre la pared. De esta forma fue capaz de colocar el
cuadro entre el almirā y el techo
inclinado.
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