41. Intercambios con sus devotos



Śrīla Prabhupāda dijo una vez que para poder amar a Kṛṣṇa primero hay que conocerlo. Como representante de Kṛṣṇa, Prabhupāda hizo que sus devotos se apegasen a él, y después, que se apegasen al servicio de Kṛṣṇa. Así se establece en los śāstras védicos, que la infinita Personalidad de Dios se revela a la diminuta alma espiritual por intermedio del maestro espiritual. Śrīla Prabhupāda atrajo devotos valiéndose de sus libros, clases y muchos otros métodos directos del bhakti-yoga. También desarrolló relaciones individuales con sus discípulos, a veces basadas en asuntos aparentemente ordinarios. Por supuesto, la relación principal que tenía con cada discípulo se basaba en su servicio regular, pero a veces tenía intercambios con ellos en base a cosas sin importancia. Si se encontraba a los padres de un devoto, a veces preguntaba al devoto por el bienestar de sus padre y madre, o aceptaba un mango diario como regalo, o una ramita para limpiarse los dientes, o tal vez llamaba a un devoto en particular para tener un oponente en debates fingidos. Śrīla Prabhupāda fue desarrollando una creciente amistad con su discípulo Candanācārya dāsa, basada en sus tratos mutuos con respecto a un reloj Omega.

Cuando Candanācārya estaba recibiendo la iniciación harināma de manos de Śrīla Prabhupāda en Boston, le regaló como guru-dakṣiṇā un reloj de oro Omega.

—¿No necesitas este reloj? —le preguntó Śrīla Prabhupāda.

—Bueno, como usted me ha dado algo muy querido para mí, ahora yo le doy a usted lo más querido que poseo.

A Candana el reloj se lo había regalado su padre, y él lo consideraba su más valiosa posesión. Prabhupāda quedó complacido con el regalo y explicó a Candana que dar regalos y aceptar regalos era uno de los seis tipos de intercambios amorosos en conciencia de Kṛṣṇa. El reloj pasó a ser el factor común de una serie de conversaciones que tuvieron lugar a lo largo de un año entre Śrīla Prabhupāda y su nuevo discípulo.

Como el reloj atrasaba un poco, Candanācārya le preguntó a Prabhupāda si primero podía ajustarlo y limpiarlo antes de entregárselo. Prabhupāda consintió, pero después se molestó cuando supo que Candana había dejado el reloj en una joyería sin pedir recibo.

Meses más tarde, cuando Śrīla Prabhupāda fue a Nueva Vṛndāvana, Candana, entre otros cientos, viajó también para ver a su maestro espiritual, y Śrīla Prabhupāda lo recibió afectuosamente. Prabhupāda llevaba el reloj Omega, y al ver a Candana, le dijo: —Este reloj es muy bueno. ¿Tú tienes reloj?—. Prabhupāda mandó a su sirviente que le diese su reloj viejo a Candanācārya. Prabhupāda dijo que le había cambiado la pulsera original por una elástica de metal, «porque es mucho más fácil de poner y quitar». A Candana le gustó recibir de Prabhupāda la pulsera original, que ahora tenía un dulce aroma a sándalo, al haberla llevado Prabhupāda en su muñeca. Puso la vieja pulsera en el reloj que Prabhupāda le regaló. Prabhupāda admiró su reloj Omega cuando se sentaron juntos en su pequeña habitación encima de la sala del templo de Nueva Vṛndāvana. —Lo único diferente en este reloj —dijo Prabhupāda— es que no me dice el día ni la fecha. Ese viejo reloj sí lo hacía.

—Prabhupāda —dijo Candanācārya—, yo le puedo dar un calendario pequeño que se adapta a la pulsera del reloj y se puede cambiar cada mes—. Prabhupāda dijo que sería bueno, y en los meses siguientes hubo más intercambios, pues Candana remitía a Prabhupāda los calendarios de pulsera, y Prabhupāda le escribía dándole gracias.

Meses después, volvieron a encontrarse otra vez en Nueva York, y hablaron más sobre relojes.

—¿Cómo está tu reloj? —preguntó Prabhupāda.

—Está bien, Śrīla Prabhupāda. ¿Y el suyo?

—Se retrasa —replicó Prabhupāda—. ¿Por qué engañan de esta manera? Un reloj tan caro, que piensas que estará en hora, pero que cada día atrasa un minuto o dos.

—Sí —dijo Candana, desabrochando la pulsera y enseñando el reloj que Prabhupāda le había dado— este mío adelanta casi cinco minutos al día.

—Bueno, al menos tiene una buena cualidad —afirmó Prabhupāda—: que adelanta.

Candanācārya y los demás devotos presentes se rieron con Prabhupāda de los engañosos defectos de los relojes. Kīrtanānanda Swami también estaba presente y le llevó a Prabhupāda un plato de prasāda. Prabhupāda lo probó, y luego distribuyó el resto entre todos.

—Śrīla Prabhupāda —dijo Kīrtanānanda Mahārāja—. Lo único que yo quería es hacer el sandeśa del modo que usted me dijo, pero nunca me sale como a usted. Y he hecho todo tal como usted me lo enseñó.

Prabhupāda volvió de lado su cabeza y dijo: —Habilidad.

Así, en tantas maneras diferentes como discípulos diferentes, Śrīla Prabhupāda tenía intercambios con ellos y los conducía a tener una atadura amorosa con Kṛṣṇa, incluso hablando de relojes o de cocina.

Entrevista con Candanācārya dāsa

1 comentario:

  1. Agustín Figueroa11/16/2013 4:54 a. m.

    Mil gracias por estas maravillosas perlas, prabhu !!

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