4- El alma es Su parte separada:
Por alma, las literaturas Védicas se refieren a toda clase de almas, ya sean animales, humanos o celestiales. Debe entenderse que Śrīman Mahāprabhu creía en la teoría liberal de la transmigración del alma. Ciertos lectores pueden rechazar esta idea sobre la base de que ciertas formas de fe no sostienen esa teoría. No es liberal rechazar una teoría porque esté en antagonismo con los dogmas de ciertos credos sectarios. Realmente este es un asunto en el que la razón no debe inmiscuirse. Examinando sinceramente, no encontramos ninguna razón válida para no creer en la teoría de la transmigración. Más bien, nuestra mente no prejuiciada se inclina a aceptarlo.
La creencia de que el alma en un cuerpo humano tiene solamente una prueba en la vida es evidentemente dogmática, injusta y contraria a la creencia de que Dios es todo bondad. Cuando nuestro sentimiento espiritual apoya las conclusiones Védicas que nos enseñan los hechos acerca de la continua existencia del alma en diferentes estados de la creación, debemos abandonar la idea de no creer en el principio de la transmigración del alma. No importa cuan educado y científico pueda ser un hombre, pues siempre estará propenso a una desviación errónea, y ese error siempre puede ser apoyado por toda una secta o nación.
De acuerdo a Śrī Caitanya, el alma es una parte atómica del Alma Divina. Es una parte del poder Supremo para producir seres que son espirituales en esencia, pero propensos a ser dominados por “māyā” (ilusión), cuando olvidan su eterna posición como sirvientes de Kṛṣṇa. Aquí el Señor Supremo es comparado con el Sol, y las almas espirituales con las porciones atómicas de los rayos solares, incapaces de permanecer en libertad, a menos que sean protegidas por otro atributo competente del poder de Dios. La palabra “parte” no significa que sean porciones cortadas de un pedazo de roca por un hacha; no; ésta quiere decir que es como una lámpara encendida, o el oro producido por una piedra alquímica, como creían los antepasados.
Las almas también son comparadas con las emanaciones atómicas separadas del fuego ardiente. Cada alma ha desentrañado de su fuente, una porción de los atributos del Supremo y, consecuentemente, una pequeña cantidad del libre albedrío. Estas almas están, naturalmente, localizadas entre el cit-jagat y el mayik-jagat. Quienes escogen servir a Dios, son protegidos de la caída por la interferencia del atributo hlādinī del cit-śakti del Supremo. Ellas han sido admitidas como sirvientes eternos del Señor, de varias maneras. Ellas ignoran los problemas de māyā y de karma-cakra o el principio rotativo de la acción de mayik y sus resultados. Por lo tanto, quienes desearon disfrutar, fueron atrapados por māyā. Ellos se encuentran en el karma-cakra de māyā, que sólo terminará cuando de nuevo vean su posición original como sirvientes del Señor Supremo. Estas almas, ya sean liberadas de las garras de māyā o enredadas en ella, son entidades responsables separadas, dependientes del Señor Hari. Hari es el Señor de Māyā.
El alma o jīva está construida de tal manera que debe someterse a ser atrapada por māyā cuando no es asistida por la energía hlādinī śakti del Señor. Por lo tanto, aquí existe una distinción natural inherente entre Dios y la jīva, la cual no puede ser aniquilada por ninguna maniobra panteísta. Por favor, eviten esta errónea pregunta: ¿Cuándo fueron creadas estas jīvas, y cuándo fueron condicionadas? El tiempo mayiko no existe en la historia espiritual, porque tiene su comienzo después del condicionamiento de las almas en la materia y por lo tanto, uno no puede emplear cronología mayika en asuntos espirituales.
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