6. La función del maestro espiritual


Es un hecho que si queremos conocer en profundidad cualquier campo del desarrollo humano vamos a necesitar la guía de un maestro. Tal vez en un principio comencemos como aficionados o autodidactas pero en la medida en que vayamos avanzando sentiremos la necesidad de un guía especializado, que al mismo tiempo, será indicación de nuestro progreso.

Este concepto de un maestro se origina en el cultivo de las doctrinas espirituales donde al principiante se le pide sumisión, humildad y obediencia. Jesucristo mismo se mostró como el pastor que venía a guiar a sus discípulos, los cuales debían ser mansos como corderos, dóciles a su santa instrucción. Los Vedas también nos dicen «si en realidad tienes un anhelo por conocer la verdad, debes acercarte a un maestro espiritual competente, que conozca la escritura revelada y haya tenido experiencia directa de la verdad».

Algunos piensan que aceptar un guru o maestro es un síntoma de incapacidad, debilidad o incompetencia, de parte del aspirante. Pero esta idea es tan necia como suponer que el alumno que más ansía la compañía de su profesor es un estudiante incapaz. Debemos analizar con qué espíritu, o porqué razón, un aspirante a la verdad busca a su maestro. Si es sincero encontraremos en él un profundo afán de avanzar con toda dedicación y sin más pérdida de tiempo. El quiere acercarse a la persona experimentada en la ciencia del progreso espiritual y evitar así errores y contratiempos innecesarios. Generalmente encontramos que quienes hacen este tipo de críticas no han tomado con seriedad el sendero del perfeccionamiento espiritual.

En el Bhagavad-gītā (4.34) Sri Kṛṣṇa nos dice: «Trata de aprender la verdad acercándote a un maestro espiritual, pregúntale con respeto y ríndele servicio.

Las almas autorrealizadas pueden impartirte el conocimiento, porque ellas han visto la verdad”. El maestro espiritual debe ser un representante genuino de Kṛṣṇa o Dios. En otras palabras, debe ser un Vaisnava, es decir, alguien vinculado al Señor Supremo, Visnu o Kṛṣṇa.

El mandato védico es:”avaishnava, gurur na syat”, si no es un Vaisnava, no puede ser un Guru; pero: “vaisnava svapacha guru,” si alguien es un vaisnava él puede ser un maestro espiritual, aun si ha nacido en una familia inferior o fuera de la India. Esto es porque algunos piensan que el maestro espiritual debe pertenecer a la casta brahmana o sacerdotal, y también consideran que un Guru genuino debe haber nacido en India, sin embargo, ni el linaje ni el lugar de nacimiento son importantes, si no que el nivel de conciencia que el maestro espiritual ha adquirido pues ese será el que recibirá su discípulo. El maestro espiritual, como la palabra lo indica, debe instruirnos acerca del espíritu, es decir, acerca de Dios, quien es el espíritu supremo o parambrahman en el lenguaje védico. Vemos a muchos hacerse pasar por gurus, pero sólo le trasmiten a sus seguidores fantasías mentales, sus supuestas experiencias de viajes astrales en este mismo plano material y sus vuelos con distintas drogas. Lamentablemente muchas personas que desean pagar un precio muy bajo y poner el mínimo de empeño, se dejan embaucar por estos que se autodenominan representantes de la verdad.

El maestro espiritual genuino entonces debe conocer a Kṛṣṇa, debe ser reconocido por otros santos y debe venir de una cadena de sucesión discipular autorizada.

Estas tres características fundamentales facilitan al buscador el poder reconocer a un maestro verdadero.

Vemos que Jesús, como un maestro genuino, también nos vino a enseñar de la importancia de desarrollar amor puro por el Padre, él no le dio mayor importancia a sus propios milagros y curaciones físicas, su interés radical de hecho está fundamentado en el espíritu. Y él también estableció una cadena discipular que inició con Pedro. En los escritos de los Padres del Desierto el siguiente consejo está dado, «Ve, apégate a un hombre que tema a Dios, entrégale tu voluntad a él, y entonces recibirás el consuelo de Dios.» También encontramos la siguiente recomendación de los mismos Padres: «Ante todo, piensa en renunciar según la divina sentencia a todo lo mundano y abrazar la sumisión verdadera y perfecta. Luego busca con gran celo un guía y maestro libre de error (si acata la escritura, no puede errar) que esté henchido de pensamientos elevados, pero que sea de corazón humilde. Una vez que lo hayas encontrado, síguelo de cuerpo y alma, como un hijo amante de su padre. Luego haz de ponerte enteramente a su escucha y confiar en sus normas; míralo como al mismo Cristo, no ya como a un hombre y arroja lejos de tí toda desconfianza y toda duda».

Y el contemporáneo monje Trapense Thomas Merton describe al padre espiritual cristiano o al director espiritual como uno que está encendido por el Espíritu Santo. De acuerdo con Merton tal persona debe ser un líder carismático, caracterizado por la devoción a Dios. En segundo lugar debe ser un hombre experimentado, que ha luchado con las realidades de la oración y la devoción en medio de la vida mundana.

Tercero, debe ser un hombre de conocimiento y firmemente situado en las escrituras. Sólo una persona con estos atributos puede esperar ayudar a otros. «En base a esta afirmación de Merton, podemos ver que el criterio referente a las cualidades del maestro espiritual es idéntico en ambas líneas religiosas. Y como hemos dicho, la importancia y necesidad de éste será evaluada de acuerdo a la seriedad de los aspirantes.


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