El sabio Viśvāmitra, en compañía de otros grandes maestros espirituales,
trataba de realizar un sacrificio de adoración a Dios, pero los poderosos
demonios comedores de carne siempre perturbaban sus ceremonias. La meta de las
prácticas religiosas era traer paz al mundo, pero durante el ocaso los demonios
atacaban y contaminaban el lugar del sacrificio arrojando impurezas tales como
sangre y huesos.
Rāma y Lakṣmaṇa habían sido muy bien entrenados en el uso de las armas
para proteger a las personas santas y de buena conducta. Así, Rāma y Lakṣmaṇa
fueron hasta los sabios necesitados de ayuda. Una vez allí, sin ninguna
dificultad, arrojaron a los demonios al mar valiéndose de sus arcos y flechas.
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