Rāvaṇa se dirigió al bosque y casualmente se encontró con un ex demonio
llamado Mārīca. Curiosamente, Mārīca era uno de los demonios que Rāma lanzó al
mar con Sus flechas en defensa de los sabios en Su primera incursión bélica.
Como consecuencia del contacto con el adorable Señor Rāma, Mārīca decidió
abandonar sus actividades demoníacas y volverse un sabio, pero Rāvaṇa rechazó
su decisión y lo obligó a ser parte de su ardid para raptar a Sītā. Rāvaṇa
obligó a Mārīca a transformarse, valiéndose de sus poderes místicos, en un
venado dorado para colaborar con su plan nefasto. Cuando Mārīca intentó
rehusar, Rāvaṇa dijo que lo mataría. En tal caso, Mārīca pensó que sería mejor
morir a manos de Rāma, y aceptó ayudar.
En su mente maligna, Rāvaṇa concibió un plan: “Mārīca, como un venado
dorado, místico y bello, pasará cerca de la cabaña de Sītā, Rāma y Lakṣmaṇa. Al
ver al venadito, Sītā indudablemente quedará encantada con el animal y le
pedirá a su esposo que lo capture para tenerlo como mascota. Una vez que los
hermanos Rāma y Lakṣmaṇa vayan detrás del venado rumbo al bosque, Sītā quedará
desprotegida, momento en el que podré raptarla para mí”.
Mārīca hizo lo que Rāvaṇa ordenó y se transformó en un lindo venado de
pelaje dorado. Tal como Rāvaṇa lo había planeado, Sītā se sintió atraída al
verlo, y Rāma aceptó adentrarse en el bosque con el fin de capturarlo. Pero Lakṣmaṇa
sospechaba algo, puesto que Rāma le había pedido que permaneciera en la cabaña
y protegiese a la princesa.
En el bosque, Rāma sospechó el engaño y disparó una flecha contra el
místico venado. Alcanzado por la afilada flecha, recostado en el suelo, Mārīca
se esforzó por gritar antes de morir: “¡Socorro, Lakṣmaṇa! ¡Socorro, Lakṣmaṇa!”.
Mārīca pidió ayuda de ese modo, imitando perfectamente la voz del Señor Rāma.
Este era otro poder místico que poseía Mārīca. Al oír eso, Sītā le imploró a Lakṣmaṇa
que fuese pronto al encuentro de Rāma a fin de socorrerlo.
Lakṣmaṇa sabía muy bien que su hermano era la Suprema Personalidad de
Dios, y que nada podría ocurrirle. Sītā, sin embargo, estaba muy afligida por
los gritos de socorro que había escuchado e insistió para que Lakṣmaṇa fuese.
Para obligarlo a marcharse, lo ofendió diciendo él deseaba la muerte de Rāma
para quedarse con ella. Muy resentido por semejante acusación, Lakṣmaṇa aceptó
dejar a Sītā e ir a buscar a Rāma.
Lakṣmaṇa dibujó un círculo místico de protección alrededor de Sītā y la
cabaña, y dijo que Sītā que no podía salir del círculo por ningún motivo.
Después de hacer el círculo e instruir a Sītā de ese modo, partió para
encontrar a Rāma.
Rāvaṇa por fin encontró la oportunidad que buscaba: Sītā estaba sola.
Fue hasta la cabaña disfrazado como un sabio viejo y débil por falta de
alimento.
Sītā se llenó de compasión al ver al hombre hambriento, pues su corazón
era gentil como una nube de lluvia. Pero para entregar el alimento al ‘sabio’,
tuvo que dar un paso fuera del círculo creado por Lakṣmaṇa. Cuando lo hizo, Rāvaṇa
exhibió inmediatamente su verdadera apariencia y atrapó a Sītā, para obligarla
a subir a su cuadriga cerca de allí.
La cuadriga con Sītā pidiendo socorro volaba alto en el cielo. Jaṭāyu,
un viejo buitre amigo del padre de Rāma, trató de socorrer heroicamente a Sītā.
Jaṭāyu no era un pájaro común, atacó a Rāvaṇa y logró destruir la cuadriga del
demonio. Sin embargo, Rāvaṇa alcanzó a Jaṭāyu con muchísimas flechas. Tanto el
demonio de diez cabezas como el piadoso buitre cayeron al suelo. Jaṭāyu,
desgraciadamente, cayó a tierra casi muerto, y Rāvaṇa tomó a Sītā y se fue
volando con ella, aun sin su cuadriga.
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