Rāvaṇa, el demonio de diez cabezas

Śūrpaṇakhā fue donde su hermano mayor llamado Rāvaṇa, el más cruel de todos los demonios. Ella no solo le contó sollozando sobre el ataque de Lakṣmaṇa y la muerte de su hermano Khara, sino que también le habló de Sītā, la mujer más bella en los tres mundos. Śūrpaṇakhā pensó que si Rāvaṇa tomaba a Sītā para sí, ella podría obtener finalmente al Señor Rāma. Rāvaṇa, el terrible demonio de diez cabezas, era famoso por haber derrotado a los residentes de los planetas superiores, los semidioses. Rāvaṇa era conocido también por su mala costumbre de raptar esposas y princesas de todo el universo para sí. Tras oír las palabras de su hermana, Rāvaṇa fue dominado por un ardiente deseo de enseñorearse de Sītā.

Rāvaṇa se dirigió al bosque y casualmente se encontró con un ex demonio llamado Mārīca. Curiosamente, Mārīca era uno de los demonios que Rāma lanzó al mar con Sus flechas en defensa de los sabios en Su primera incursión bélica. Como consecuencia del contacto con el adorable Señor Rāma, Mārīca decidió abandonar sus actividades demoníacas y volverse un sabio, pero Rāvaṇa rechazó su decisión y lo obligó a ser parte de su ardid para raptar a Sītā. Rāvaṇa obligó a Mārīca a transformarse, valiéndose de sus poderes místicos, en un venado dorado para colaborar con su plan nefasto. Cuando Mārīca intentó rehusar, Rāvaṇa dijo que lo mataría. En tal caso, Mārīca pensó que sería mejor morir a manos de Rāma, y aceptó ayudar.

En su mente maligna, Rāvaṇa concibió un plan: “Mārīca, como un venado dorado, místico y bello, pasará cerca de la cabaña de Sītā, Rāma y Lakṣmaṇa. Al ver al venadito, Sītā indudablemente quedará encantada con el animal y le pedirá a su esposo que lo capture para tenerlo como mascota. Una vez que los hermanos Rāma y Lakṣmaṇa vayan detrás del venado rumbo al bosque, Sītā quedará desprotegida, momento en el que podré raptarla para mí”.


Mārīca hizo lo que Rāvaṇa ordenó y se transformó en un lindo venado de pelaje dorado. Tal como Rāvaṇa lo había planeado, Sītā se sintió atraída al verlo, y Rāma aceptó adentrarse en el bosque con el fin de capturarlo. Pero Lakṣmaṇa sospechaba algo, puesto que Rāma le había pedido que permaneciera en la cabaña y protegiese a la princesa.

En el bosque, Rāma sospechó el engaño y disparó una flecha contra el místico venado. Alcanzado por la afilada flecha, recostado en el suelo, Mārīca se esforzó por gritar antes de morir: “¡Socorro, Lakṣmaṇa! ¡Socorro, Lakṣmaṇa!”. Mārīca pidió ayuda de ese modo, imitando perfectamente la voz del Señor Rāma. Este era otro poder místico que poseía Mārīca. Al oír eso, Sītā le imploró a Lakṣmaṇa que fuese pronto al encuentro de Rāma a fin de socorrerlo.

Lakṣmaṇa sabía muy bien que su hermano era la Suprema Personalidad de Dios, y que nada podría ocurrirle. Sītā, sin embargo, estaba muy afligida por los gritos de socorro que había escuchado e insistió para que Lakṣmaṇa fuese. Para obligarlo a marcharse, lo ofendió diciendo él deseaba la muerte de Rāma para quedarse con ella. Muy resentido por semejante acusación, Lakṣmaṇa aceptó dejar a Sītā e ir a buscar a Rāma.

Lakṣmaṇa dibujó un círculo místico de protección alrededor de Sītā y la cabaña, y dijo que Sītā que no podía salir del círculo por ningún motivo. Después de hacer el círculo e instruir a Sītā de ese modo, partió para encontrar a Rāma.

Rāvaṇa por fin encontró la oportunidad que buscaba: Sītā estaba sola. Fue hasta la cabaña disfrazado como un sabio viejo y débil por falta de alimento.


Sītā se llenó de compasión al ver al hombre hambriento, pues su corazón era gentil como una nube de lluvia. Pero para entregar el alimento al ‘sabio’, tuvo que dar un paso fuera del círculo creado por Lakṣmaṇa. Cuando lo hizo, Rāvaṇa exhibió inmediatamente su verdadera apariencia y atrapó a Sītā, para obligarla a subir a su cuadriga cerca de allí.

La cuadriga con Sītā pidiendo socorro volaba alto en el cielo. Jaṭāyu, un viejo buitre amigo del padre de Rāma, trató de socorrer heroicamente a Sītā. Jaṭāyu no era un pájaro común, atacó a Rāvaṇa y logró destruir la cuadriga del demonio. Sin embargo, Rāvaṇa alcanzó a Jaṭāyu con muchísimas flechas. Tanto el demonio de diez cabezas como el piadoso buitre cayeron al suelo. Jaṭāyu, desgraciadamente, cayó a tierra casi muerto, y Rāvaṇa tomó a Sītā y se fue volando con ella, aun sin su cuadriga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario