Por el puente marcharon Rāma, Lakṣmaṇa y todo el ejército de monos.
Ellos marchaban en formación militar con Rāma y Lakṣmaṇa al frente, seguido por
los monos detrás, organizados en varias falanges, algunos cargando
piedras, otros sosteniendo árboles gigantescos. Los soldados monos se daban
ánimo y confianza unos a otros, diciendo. “¡Vamos a destruir esa ciudad
demoníaca! ¡No quedará nada en pie!”.
La ciudad de Rāvaṇa despertó a la mañana siguiente rodeada por millones
de soldados monos. Rāvaṇa también tenía inmensas tropas de demonios a su
disposición y ocurrió una gran batalla. La guerra prosiguió violentamente
durante días.
Hanumān se destacaba en el campo de batalla junto a Rāma y Lakṣmaṇa. Lakṣmaṇa
luchaba con gran habilidad con su arco y flechas; la espada de lámina azul del
Señor Rāma daba golpes rápidos y mortales; la maza dorada y gigante de Hanumān
era capaz de golpear a innumerables enemigos a la vez.
Cuando Rāvaṇa percibió que estaba perdiendo a sus soldados más
importantes, decidió que era el momento de despertar de su sueño a Kumbhakarṇa.
Este era hermano de Rāvaṇa —¡el hermano gigante de Rāvaṇa! En el pasado, este
gigante había hecho estragos en el universo al comerse a muchísimas personas.
Los residentes de los planetas superiores maldijeron a Kumbhakarṇa para que
durmiera durante todo el año, despertando solo una vez para comer.
Kumbhakarṇa dormía en una caverna tan gigantesca como él. Las tropas de
demonios entraron en la caverna teniendo que tolerar el temible aliento que
salía de la boca abierta del demonio, que roncaba horrendamente. Llevaron
baldes de sangre para alimentarlo e hicieron ruidos ensordecedores. Además, las
tropas de demonios pasaron con caballos, camellos, elefantes y burros sobre su
pecho para despertarlo.
Fue penoso despertar al gigante adormecido, pero cuando Kumbhakarṇa por
fin despertó de su sueño y se unió a la batalla, aniquilaba a miles de monos
con un simple golpe de su inmensa arma. Con su enorme mano, Kumbhakarṇa
atrapaba a veinte o treinta monos a la vez y se los comía sin piedad. Los monos
arrojaban piedras y cimas de montañas contra él, pero eso en nada debilitaba a
aquella pavorosa criatura.
Solo Rāma podía detener al hermano de Rāvaṇa. Entonces, en un acto de
gran coraje, Rāma cortó un brazo a Kumbhakarṇa, luego el otro, luego sus
piernas y, finalmente, su cabeza.
Ante la muerte de Kumbhakarṇa, Rāvaṇa decidió enviar a Indrajit, su
propio hijo, a la batalla. En la cima de una montaña, Indrajit ofreció en un
fuego sacrificial diversos artículos, tales como espadas, lanzas y una cabeza
de cabra. En la ceremonia demoníaca, el hijo de Rāvaṇa obtuvo muchos poderes
místicos para luchar.
Después de saltar de la montaña, Indrajit llegó al campo de batalla y se
dispuso a atacar a los soldados monos invisiblemente. Miles y miles de monos
fueron muertos por las flechas de Indrajit. Las flechas mortales parecían
surgir del vacío.
La contienda proseguía furiosamente, y Rāma y Lakṣmaṇa fueron heridos de
gravedad por las flechas especiales de Indrajit. Puesto que Rāma, Lakṣmaṇa y Hanumān
parecían muertos, Indrajit consideró que la guerra había terminado, y se retiró
del campo de batalla con todas las tropas que lo auxiliaban.
Los médicos monos allí presentes dijeron que no estaba todo perdido.
Había algunas hierbas medicinales de una montaña del Himalaya que podían salvar
a los dos heroicos príncipes, y Hanumān obviamente reuniría Himalaya fuerzas
para ir a buscar las hierbas para salvar a sus amados señores.
Fue instruido para ir a la montaña distante y tomar cuatro hierbas
específicas. Hanumān, entonces, saltó otra vez por encima del océano para
llegar a la montaña. Allá, cuando la montaña comenzó a ocultarle las hierbas, Hanumān
se enojó enormemente. A la fuerza, Hanumān arrancó la cima de la montaña con
sus poderosos brazos y la llevó hasta el campo de batalla. De regreso, Hanumān
colocó la montaña en el suelo, momento en el cual fue abrazado por Vibhīṣaṇa,
el mono médico, que se sintió inmensamente feliz por el retorno de Hanumān. Vibhīṣaṇa
logró hacer que la montaña le entregase las hierbas necesarias para hacer el
remedio.
El medicamento, para alegría de todos, surtió el efecto esperado, y así
los médicos monos curaron a Rāma y a Lakṣmaṇa, así como a todo el ejército de
monos.
Todos fueron nuevamente al encuentro de Indrajit. El demonio se
sorprendió al ver a sus enemigos vivos y trató de derrotarlos con diversas
ilusiones, pero el fin de Indrajit era inevitable. Lakṣmaṇa lanzó una flecha
certera contra él. La flecha viajó por el aire velozmente y cortó la cabeza del
temible Indrajit. Su cabeza rodó por el campo de batalla así como una fruta
redonda rueda por una ladera.
Por fin, todos los grandes combatientes de Rāvaṇa habían muerto, y ahora
Rāvaṇa personalmente desafiaba a Rāma. Indra, el semidiós de los cielos, le
obsequió al Señor Rāma una cuadriga de oro para el gran duelo y el
enfrentamiento dio comienzo. Rāma, el arquero defensor del bien y la virtud,
lanzaba flechas que cortaban las cabezas de Rāvaṇa, pero por cada cabeza que
caía, crecía otra en su lugar. Rāvaṇa se reía del Señor Rāma mientras las
cabezas cortadas crecían nuevamente. El combate de flechas entre Rāma y Rāvaṇa
era espectacular, pero pronto acabaría. Rāma, determinado a matar al demonio de
diez cabezas, fijó en Su arco infalible una grandiosa flecha mística. La flecha
fue disparada y corrió como un rayo en dirección al duro corazón de Rāvaṇa,
quien cayó muerto en el campo de batalla.
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