Supongamos que unos pescadores pescan en un océano usando una red con agujeros de una pulgada. Al no poder pescar ningún pez de menos de una pulgada, supongamos que declaran que esos peces pequeños no existen.
Por error imponen la limitación de su red al océano. Una superposición errónea similar ocurre cuando la gente intenta conocer a Dios utilizando sistemas materiales de conocimiento como la ciencia moderna. La ciencia convencional actual es metodológicamente naturalista, lo que significa que busca explicaciones naturales para los fenómenos naturales. En la jerga científica contemporánea, “natural” es sinónimo de “material”. Entonces, la ciencia, por su propio método, no busca explicaciones no materiales: su red tiene agujeros demasiado grandes para atrapar la realidad espiritual.
Es pertinente que el Bhagavad-gītā (7.12) declare que Dios existe más allá de las tres modalidades de la naturaleza material, que comprenden toda la existencia material. Sin entrar en tecnicismos, el punto esencial del verso es un principio básico del teísmo: Dios es inmaterial. Por lo tanto, no puede ser conocido por sistemas materiales de conocimiento como la ciencia moderna.
Estos antecedentes ayudan a desacreditar el argumento ateo de que Dios no existe porque la ciencia no ha encontrado ninguna evidencia de su existencia. El argumento confunde el método de conocimiento, la ciencia naturalista, con el objeto del conocimiento: la realidad. Al implicar que lo no material es inexistente, superpone la limitación del método al objeto. Un error de este tipo puede ocurrir debido a información errónea o desinformación. Los ateos pueden estar mal informados sobre el alcance válido de la ciencia naturalista. O pueden querer deliberadamente desinformar a otros apropiándose indebidamente del prestigio de la ciencia para su propio sistema de creencias ateo. De cualquier manera, cometen un error categorial fundamental.
Es significativo que Dios no sea material, pero no acientífico. ¿Por qué? Porque la ciencia no tiene por qué ser naturalista. Si la ciencia contemporánea se abre a explorar la realidad no material, descubrirá que el proceso del bhakti-yoga comprende la ciencia espiritual. Este yoga probado por el tiempo, cuando se practica con diligencia, proporciona una verificación experiencial de la existencia de Dios.
Sabed que todos los estados de existencia —ya sean de la bondad, de la pasión o de la ignorancia— los manifiesta Mí energía. En un sentido, Yo lo soy todo, pero soy independiente. Yo no me encuentro bajo la jurisdicción de las modalidades de la naturaleza material, ya que, por el contrario, ellas se encuentran dentro de Mí. – Bhagavad-gītā 7.12
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