Alejarse de los problemas no es lo mismo que huir de ellos


Bhagavad-gītā 2.35

Crecer ante las adversidades
Cuando vamos en coche a una reunión importante y urgente, si alguien nos corta el paso, podemos decidir no reprender o demandar a esa persona porque queremos llegar a tiempo a nuestra reunión.
Del mismo modo, no merece la pena luchar contra muchos de los problemas de la vida. Si nos regimos por una actitud machista, entonces podemos pensar que dar la espalda a los problemas es huir cobardemente. Pero no todo alejarse es huir, también puede ser alejarse.
La diferencia entre ambas suele ser una diferencia de actitud y propósito. Cuando huimos de un problema, nuestra conciencia se consume por lo aterrador del problema y nuestra incapacidad para afrontarlo. Nuestra única preocupación es refugiarnos de algún modo en algún lugar, donde no importe, siempre que sea lejos del problema. Cuando Arjuna retrocede ante una espantosa guerra con sus parientes, Kṛṣṇa le reprocha recordándole (Bhagavad-gītā2.35) que sus enemigos considerarán sus acciones como una huida cobarde.
Pero el mismo Gītā recomienda alejarse cuando (6.11) recomienda que los _yogīs_ renuncien al mundo y se vayan a un lugar apartado para practicar la meditación y luchar por la liberación. Podemos alejarnos no sólo físicamente de los irritantes, sino también emocionalmente. El Gītā(2.14) recomienda ese distanciamiento emocional cuando insta a Arjuna a tolerar el malestar causado por las dualidades de la vida.
Cuando nos alejamos de los problemas, ya sean físicos o emocionales, nos centramos en aquello hacia lo que avanzamos, no en aquello de lo que nos alejamos. Ese enfoque positivo hace que alejarnos no sea una falta de sentido común, sino de atención, una discreción de ojos duros que nos permite dar prioridad a lo primero, despejando así el camino para nuestros éxitos significativos.
Los grandes generales que han tenido tu nombre y fama en alta estima, pensarán que abandonaste el campo de batalla sólo por temor, y, así pues, te considerarán insignificante. - Bhagavad-gītā 2.35


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