Bhagavad-gītā 1.45
Todos
experimentamos a veces emociones negativas como la soledad, el abatimiento, el
resentimiento, la ira o el miedo. Cuando surgen tales emociones, podemos
dejarnos llevar por ellas, hasta hundirnos en una negatividad creciente. O
podemos huir de ellos entregándonos a algunos placeres inmediatos que
eventualmente empeoran las cosas.
¿Cómo
podemos evitar estos extremos de dejarnos llevar o huir? Abordando las
emociones negativas como fuentes de información sobre las cosas que son
importantes para nosotros. Supongamos que nos sentimos abatidos porque
algo que intentamos fracasó. Podemos explorar esa emoción preguntándonos:
“¿Exactamente por qué siento tanto este contratiempo? ¿Es esta área de
vida en sí misma importante para mí? O ¿es importante porque este
contratiempo me dejará incapaz de cumplir una promesa a un ser querido? O ¿es
importante porque este fracaso refuerza mi temor de que soy incompetente?
Cuando comprendemos
lo que valoramos tanto, podemos encontrar los medios apropiados para abordar el
problema de fondo. Si el área de la vida en sí es importante, podemos
buscar otras formas de seguir ese camino. Si una relación es el tema
clave, podemos buscar otras formas de invertir en esa relación. Si nuestra
autoestima está en juego, podemos buscar otras formas de hacer algo que valga
la pena. Más allá de estos detalles, podemos profundizar aún más para
comprender quiénes somos esencialmente y cuáles son nuestras necesidades
espirituales fundamentales.
El Bhagavad-gītā
comienza con Arjuna abrumado por emociones negativas que lo dejaron abatido
(1.46) y con los ojos llorosos (2.01). La sabiduría del Gītā lo
ayudó a profundizar hasta que se concentró en las cosas que más importaban,
recuperando así la compostura (18.73).
Conclusión:
Vea las
emociones negativas como fuentes de información sobre lo que realmente es
importante para nosotros, y esas mismas emociones pueden indicarnos cambios
positivos en la vida.
Sañjaya dijo: Arjuna, habiendo hablado así en el campo de batalla, echó a un lado su arco y sus flechas, y, con la mente presa de dolor, se sentó en la cuadriga. – Bhagavad-gītā 1.46
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