El corazón que no está guiado por la revelación se deleita en la imaginación


Bhagavad-gītā 7.20

Los humanos tenemos una necesidad innata de adorar algo más grande que nosotros mismos. Por lo tanto, los fanáticos del deporte adoran a una estrella del deporte, equiparando consciente o inconscientemente a su ídolo con Dios. De manera similar, los amantes del cine adoran a una estrella de cine y los activistas políticos adoran a un líder político. Hoy en día, algunos entusiastas de la tecnología fantasean con que una supercomputadora con una inteligencia artificial extraordinaria pueda ser Dios.
De manera pertinente, el Bhagavad-gītā (7.20) indica que cuando nuestro conocimiento es robado por deseos mundanos, entonces nos rendimos a cualquier “dios” que prometa el cumplimiento de esos deseos. Pero esas promesas invariablemente resultan decepcionantes, incluso engañosas: nada mundano puede satisfacer la necesidad de adoración de nuestro corazón.
Cuando proyectamos nuestros deseos en lo divino, nos conformamos con alguna concepción de lo divino que excita temporalmente nuestra imaginación condicionada. Pero esa concepción distorsiona nuestra comprensión de lo divino real, lo que no conduce a nuestra elevación o liberación, sino a la perpetuación de nuestra existencia mundana engañada.
Afortunadamente, las Escrituras revelan la divinidad suprema, el objeto de adoración más digno. El Bhagavad-gītā esboza una visión de Dios que es todo atractivo; quien es, de hecho, la fuente del atractivo de todo lo atractivo en este mundo (10.41). Esa aspiración última de todos los corazones, ese Absoluto trascendental, es Kṛṣṇa. Él es el propietario supremo, el controlador supremo y el benefactor supremo – conociéndolo, alcanzamos la paz (5.29).
Sin embargo, si no nos guiamos por la revelación, nuestra necesidad de adorar se desvía hacia quienquiera que parezca atractivo a nuestras emociones o concepciones circunstanciales.
La sabiduría del Gītā explica que no es necesario negar ni rechazar el atractivo de tales objetos; debe ser visto como un indicador del todo atractivo Kṛṣṇa. Con este entendimiento, practicamos bhakti-yoga, enfocando nuestra mente en Él en lugar de en algún sustituto.
Mediante nuestra constante práctica de bhakti, el atractivo supremo de Kṛṣṇa se vuelve cada vez más manifiesto para nosotros. Y avanzamos firmemente hacia la absorción extática y eterna en Él.
Aquellos a quienes los deseos materiales les han robado la inteligencia, se entregan a los semidioses y siguen las reglas y regulaciones específicas de adoración que corresponden a sus propias naturalezas. Bhagavad-gītā 7.20

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