Bhagavad-gītā 2.29
Supongamos que a un investigador se le pide que resuelva el misterio del heredero desaparecido de una dinastía y, tras la debida investigación, ¡descubre que él mismo es el heredero desaparecido!
La espiritualidad es un misterio en el sentido de que el reino espiritual es incomprensible para la mayoría de la gente. A muchos les desconcierta la noción de algo invisible que es la fuente de la vida. A otros les desconcierta cómo algo no material puede interactuar con un cuerpo material. El Gītā (2.29) indica que, por diversas razones, el concepto del alma resulta asombroso para varias personas.
Al igual que un investigador puede tener un rastro para localizar a la persona desaparecida, nosotros tenemos el rastro que nos ofrecen las Escrituras para detectar la escurridiza fuente de la conciencia. Inicialmente, este rastreo es intelectual, ya que introspeccionamos sobre qué es exactamente el yo esencial. Cuando practicamos disciplinas yóguicas para guiar y agudizar nuestra introspección, nuestra investigación se eleva gradualmente del nivel intelectual al nivel experiencial. Y a medida que nos acercamos a nuestra identidad esencial, comprendemos que somos una chispa de espíritu, imperecedera e indestructible. Nos damos cuenta de que lo que vemos con se convierte en lo que vemos: el investigador resulta ser el investigado.
Mientras que algunos espiritualistas consideran que esta epifanía es el final de la búsqueda espiritual, la sabiduría del Gītā revela que es un falso final, o al menos un final incompleto. El propósito de la investigación no es sólo descubrir al heredero, sino también ayudarle a obtener su legítima posición como heredero. Del mismo modo, el propósito de nuestra investigación espiritual no es sólo realizar nuestra identidad espiritual, sino también situarnos en nuestra relación eterna con el supremo que todo lo atrae, Kṛṣṇa.
Cuando el alma se realiza así en su gloria eterna como parte amada del Señor supremamente opulento, el misterio espiritual queda resuelto.
Algunos consideran que el alma es asombrosa, otros la describen como asombrosa, y otros más oyen hablar de ella como algo asombroso, mientras que hay otros que, incluso después de oír hablar de ella, no logran comprenderla en absoluto. - Bhagavad-gītā 2.29
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