La espiritualidad no consiste en suprimir el dolor, sino en superarlo.


Bhagavad-gītā 2.13

El Bhagavad-gītā (2.13) afirma que los iluminados espiritualmente no se desconciertan ante la muerte. ¿Significa esto que los espiritualistas no deben lamentar la muerte de sus seres queridos?
No, volverse espiritual no significa volverse pétreo, totalmente impasible.
Consideremos el ejemplo de Arjuna, el estudiante original del Gītā. Estaba espiritualmente iluminado, pero lloraba la muerte de su hijo Abhimanyu. Cuando Arjuna desahogó su desgarradora agonía, Kṛṣṇa no le reprendió por ser poco espiritual o sentimental, ni le pidió que reprimiera su dolor. Ofreció a Arjuna un hombro reconfortante sobre el que llorar y un flujo de palabras consoladoras para restaurar la moral. Así, ayudó a Arjuna a trascender su pena.
Reprimir el dolor puede ser perjudicial para la salud, porque las emociones reprimidas no suelen desaparecer, sino que se enconan en el interior y resurgen en formas desagradables en momentos inesperados. Por eso, en lugar de reprimir el dolor, hay que superarlo. ¿Cómo? Aprovechando una emoción más profunda que la pena. La emoción profunda más potente es la emoción espiritual, la emoción que nos vincula como almas con nuestra fuente y sostén, Kṛṣṇa. Mientras practicamos el bhakti, trascendemos la pena no reprimiendo nuestras emociones naturales en nuestras relaciones humanas, sino encontrando refugio en emociones más elevadas que provienen de nuestra relación espiritual con Kṛṣṇa.
Lo que hizo a Arjuna especial y espiritual no fue que no sintiera pena, sino que no se revolcó en ella. Gracias a su conocimiento filosófico y a su propósito devocional, pronto se levantó de su agonía. Al día siguiente de la muerte de Abhimanyu, Arjuna luchó con feroz determinación, obteniendo una de las mayores victorias para la causa de Kṛṣṇa de establecer el dharma.
Mediante la práctica constante del bhakti-yoga, podemos fortalecer nuestra relación eterna con Kṛṣṇa. Y en tiempos de duelo podemos trascender la pena buscando consuelo en Su recuerdo y en la asociación de devotos que manifiestan su amor en nuestra vida.
Así como en este cuerpo el alma encarnada pasa continuamente de la niñez a la juventud y luego a la vejez, de la misma manera el alma pasa a otro cuerpo en el momento de la muerte. A la persona sensata no la confunde ese cambio. – Bhagavad-gītā 2.13

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