Bhagavad-gītā 8.15
Algunas personas consideran que el Bhagavad-gītā es pesimista porque considera que este mundo es un lugar angustiante. Sin embargo, el Bhagavad-gītā no es pesimista: es materialmente realista y espiritualmente optimista.
Todos deseamos vivir eternamente y amar eternamente. Pero frustrar este anhelo es una realidad desagradable pero innegable: todo lo material es temporal. La incompatibilidad existencial entre nuestra aspiración a la inmortalidad y nuestra situación en la mortalidad es síntoma de nuestra enfermedad fundamental.
Somos como un atleta al que le encanta correr, pero que está tan débil que lo tienen inmovilizado y hospitalizado. Si intenta correr en el hospital, agrava su enfermedad. Similar es nuestra condición cuando esperamos que este mundo sea un lugar de disfrute. Si esperamos que la gente nos respete y nos ame, que nuestro trabajo sea fácil y agradable, que el clima sea agradable y estimulante, que nuestro cuerpo se mantenga atractivo y en forma, que nuestra mente se mantenga tranquila y clara, esas expectativas poco realistas nos preparan para la frustración. Cuando buscamos más placer del que es natural en este mundo, nos metemos en más problemas de los necesarios.
Para protegernos de esa miseria innecesaria, el Bhagavad-gītā (8.15) nos insta a consagrarnos a Kṛṣṇa y a ir más allá de este mundo aflictivo hacia Su morada eterna y extática. Al implicar que este mundo es como un hospital, este verso que revoluciona nuestra actitud nos prepara para dejar de esperar el disfrute y comenzar a centrarnos en el tratamiento.
Nuestro tratamiento es el proceso de bhakti-yoga, que redirige nuestros deseos de las cosas temporales hacia nuestro Señor eterno. Una actitud de servicio devocional nos ayuda a armonizar nuestras capacidades y recursos materiales con nuestra recuperación espiritual. Al experimentar alegrías armoniosas en lo material mientras nos curamos espiritualmente, comenzamos a darnos cuenta de nuestra naturaleza como almas, como partes dichosas del todo dichoso, Kṛṣṇa.
Así, lejos de ser pesimista, el Bhagavad-gītā manifiesta una astuta mezcla de realismo material y optimismo espiritual.
Después de llegar a Mí, las grandes almas, que son yogīs en estado de devoción, jamás regresan a este mundo temporal, el cual está lleno de sufrimientos, ya que han logrado la máxima perfección. – Bhagavad-gītā 8.15
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