El recuerdo de la inmanencia de Kṛṣṇa aporta resiliencia durante nuestra marcha hacia la trascendencia


Bhagavad-gītā 8.9

Naturalmente pensamos en aquellos cercanos a nosotros.
Las personas pueden estar cerca física o emocionalmente. Debido a que nuestros sentidos perciben la realidad física que nos rodea, nuestros pensamientos se dirigen fácilmente a quienes están cerca de nosotros físicamente. Y pensamos en aquellos que están emocionalmente cerca de nosotros de manera espontánea, incluso si no están cerca físicamente.
Rara vez nos damos cuenta de que Kṛṣṇa es el más cercano a nosotros, tanto física como emocionalmente.
Físicamente, Kṛṣṇa está más cerca de nosotros que cualquier otra persona, incluso de la que nos abraza con cariño y fuerza. Kṛṣṇa reside permanentemente en nuestro corazón, junto a nosotros.
También desde el punto de vista emocional, Kṛṣṇa está más cerca de nosotros que cualquier otra persona. Lamentablemente, no estamos cerca de Él porque no nos damos cuenta de cuánto nos ama. La sabiduría del Bhagavad-gītā nos proporciona esa comprensión.
Los demás que nos aman pueden cuidar de nosotros durante una sola vida, como máximo. Pero Kṛṣṇa cuida de nosotros eternamente a través de sus características inmanentes y trascendentes. En el lenguaje filosófico, las cosas que existen dentro de la materia se denominan inmanentes y las cosas que existen más allá de la materia se denominan trascendentes. El Bhagavad-gītā ( 8.9 ) nos insta a meditar en los atributos inmanentes (anor aniyamsam) y trascendentes (tamasah parastat) de Kṛṣṇa. De este modo, meditar nos abre los ojos a Su amor. Él nos ama tanto que el Bhagavan trascendente se convierte en el Paramatma inmanente para ayudarnos a encontrar nuestro camino hacia la trascendencia.
Como Paramatma, nos acompaña dondequiera que vayamos, mientras continúa nuestro viaje a través de la existencia material. Y cuando ese viaje termina, entramos al cuidado de Bhagavan, quien reside eternamente en el mundo espiritual.
Recordar la inmanencia de Kṛṣṇa nos da la seguridad de que nos ama incluso ahora, cuando nuestro amor por Él no es ni fuerte ni puro. Meditar en Su amor inquebrantable e infalible nos da resiliencia en nuestra marcha hacia la trascendencia.
Se debe meditar en la Persona Suprema como aquel que lo sabe todo, que es el más antiguo de todos, que es el controlador, que es más pequeño que lo más pequeño, que es el sustentador de todo, que está más allá de toda concepción material, que es inconcebible y que siempre es una persona. Él es luminoso como el Sol, y es trascendental, más allá de esta naturaleza material. – Bhagavad-gītā 8.9

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