Bhagavad-gītā 3.32
Muchas personas, especialmente los intelectuales, utilizan el conocimiento, incluso el conocimiento de las Escrituras, como un juguete para su intelecto. Jugar con el intelecto implica memorizar, analizar, sintetizar y verbalizar información. A menudo, este juego intelectual está motivado por el vano deseo (juego de palabras) de exhibir el conocimiento propio con el fin de impresionar a los demás y, de ese modo, convertirlos al propio punto de vista. Tal actuación intelectual basada en el conocimiento de las Escrituras puede ser deslumbrante para otros, pero será contraproducente si inflama el deseo mismo que el conocimiento de las Escrituras debe extinguir - el deseo de ser un centro de atracción independiente como competidor de Kṛṣṇa.
El Bhagavad-gītā ( 3.32 ) señala perspicazmente que incluso los conocedores no logran alcanzar a Kṛṣṇa si sus deseos están mal dirigidos a imitarlo en lugar de ayudarlo.
El propósito de adquirir conocimiento sobre Kṛṣṇa es aumentar nuestra atracción por Él, no nuestra competencia con Él. Nos sentimos atraídos por Kṛṣṇa no simplemente “adquiriendo” conocimiento de las Escrituras, sino “aplicando” ese conocimiento. Sólo cuando aplicamos las enseñanzas de las Escrituras podemos transformar nuestros deseos del egoísmo al altruismo, del yo centrado al Kṛṣṇa, de la decoración de nuestro ego a la glorificación de nuestro Señor. Para transformar así nuestros deseos, es absolutamente esencial un enorme ejercicio de nuestra voluntad. Necesitamos derrotar repetida y rigurosamente los deseos egoístas y apuntalar los deseos desinteresados.
Si nos dedicamos a este ejercicio de la voluntad, podemos obtener una recompensa que es inalcanzable mediante el juego intelectual más brillante - la recompensa del amor por Kṛṣṇa, que es lo único que trae felicidad eterna.
Pero ha de saberse que aquellos que, por envidia, no hacen caso de estas enseñanzas y no las siguen habitualmente están engañados y desprovistos de todo conocimiento, y han arruinado sus esfuerzos por lograr la perfección. – Bhagavad-gītā 3.32
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