Bhagavad-gītā 3.37
A menudo estamos enredados en diversas batallas a nuestro alrededor - batallas políticas en nuestros países, batallas corporativas en nuestras oficinas y batallas internas en nuestros hogares. Como reflejo de nuestra conflictiva situación a una escala mucho mayor, el Bhagavad-gītā fue pronunciado al borde de una gran batalla.
Arjuna tuvo que luchar contra elementos viciosos y hambrientos de poder que habían alterado el orden ético de la sociedad y eran intratables a cualquier solución pacífica. Y, sin embargo, al comienzo de una batalla de tantas consecuencias, ¿a quiénes identifica el Gītā como las mayores amenazas para el mundo? No los tiranos dispuestos en el lado opuesto, sino los deseos egoístas dentro de todos nosotros: los considera enemigos pecaminosos que todo lo devoran (3.37).
¿Significa esto que no hay ningún enemigo externo? No exactamente. Algunas personas capitulan abyectamente ante sus deseos inferiores, dejándose seducir por las falsas promesas de placer de esos deseos. Mediante tal capitulación, se convierten en instrumentos para que esos enemigos internos impulsen sus agendas enemigas en el mundo. Es necesario aplastar a esas personas que se han convertido en los enemigos exteriores del mundo. Pero abordar esos disruptores no es suficiente. Para establecer un orden social sostenible, todos debemos predicar con el ejemplo, luchando contra nuestros enemigos internos.
Para librar esta guerra interna, primero debemos reconocer sus consecuencias. Ese reconocimiento nos inspira a internalizar los conocimientos y prácticas espirituales que nos equipan para dominar nuestros deseos perturbadores. Gracias a esa victoria interior, obtenemos la calma y la claridad para luchar nuestras batallas exteriores de forma más eficaz. Derrotamos a esos enemigos externos que son incorregibles. Y, lo que es más importante, inspiramos a las personas en general a buscar una calma y claridad similares ganando sus batallas internas, volviéndose así más pacíficas.
Por lo tanto, cuando luchamos seriamente nuestras batallas internas, contribuimos a un movimiento de base para construir una sociedad armoniosa a través de una transformación espiritual interna.
La Suprema Personalidad de Dios dijo: Es únicamente la lujuria, Arjuna, que nace del contacto con la modalidad material de la pasión y luego se transforma en ira, y que es el pecador enemigo de este mundo, enemigo que lo devora todo. - Bhagavad-gītā 3.37
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