Bhagavad-gītā 3.36
A veces tenemos deseos impuros, como atracción sexual hacia alguien.
Muchas personas optan por satisfacer estos deseos impuros en privado mediante diversos arreglos secretos. Al deleitarse en la inmoralidad encubiertamente mientras hacen alarde de una fachada de moralidad, caen en la hipocresía.
Algunas otras personas optan por satisfacer públicamente estos deseos impuros. Usan lenguaje vulgar libremente, se vuelven exhibicionistas sexuales y se involucran descaradamente en flirteos y aventuras amorosas. Dicen ser más audaces que los hipócritas que hacen las mismas cosas en secreto. Pero ¿cuál es el resultado final de su "audacia"? La gente se vuelve sexualmente hiperagitada. Cuando todo el mundo empieza a ver a los demás como un objeto sexual potencial y a actuar en consecuencia, nadie puede confiar en nadie más. El vínculo conyugal se fractura y se rompe; la familia ofrece poca o ninguna cercanía emocional; la gente se vuelve incurablemente sola; ninguna relación sigue siendo sagrada; los abusos sexuales se vuelven comunes, incluso entre familiares. Por lo tanto, complacer públicamente los deseos impuros impulsa a la sociedad a la perversidad.
La sabiduría del Gītā nos ofrece una tercera alternativa más allá de la hipocresía y la perversidad - la pureza, un estado del corazón en el que no experimentamos ningún deseo impuro. Tal estado puede estar muy lejos de nosotros en este momento, pero la cultura espiritual nos ofrece un camino seguro y accesible para llegar allí. El Bhagavad-gītā apunta a dicha cultura cuando reconoce ( 3.36 ) la presencia inherente de atracción entre los sentidos y los objetos de los sentidos, pero luego nos advierte contra el control de esa atracción.
La cultura espiritual nos proporciona un entorno externo donde se minimizan las agitaciones mundanas y se maximizan las atracciones de otro mundo hacia Kṛṣṇa. Además, nos proporciona dos empoderamientos internos. El estudio de las Escrituras nos da la convicción intelectual de refrenar los deseos impuros. El recuerdo de Kṛṣṇa nos purifica, reduciendo y eliminando gradualmente esos deseos.
Utilizando el puente de la cultura espiritual, podemos alejarnos de la hipocresía y la perversidad y alcanzar la pureza.
Arjuna dijo: ¡Oh, descendiente de Vṛṣṇi!, ¿qué es lo que lo impele a uno a los actos pecaminosos, aun involuntariamente, como si se lo obligara a la fuerza? - Bhagavad-gītā 3.36
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