Bhagavad-gītā 3.40
Cuando los soldados se acercan a su objetivo, suelen buscar un escondite. Pero si esos soldados ya han penetrado en las filas enemigas y se han posicionado en puntos estratégicos, no necesitan un escondite, porque tienen un escondite. Y si el ejército defensor quiere sobrevivir a este sabotaje interno, debe estar especialmente alerta.
La lujuria es como el agente secreto de la ilusión. El Bhagavad-gītā (3.36) declara que la lujuria es nuestro enemigo voraz y cruel. Este enemigo no necesita un escondite, porque tiene un escondite - el Gītā (3.40) afirma que la lujuria reside dentro de nosotros, en nuestros sentidos, mente e inteligencia. A partir de ahí nos sabotea. ¿Cómo? Prometiéndonos placer. Pinta en nuestra imaginación fantasías eróticas de felicidad interminable si simplemente cumplimos sus órdenes. Cuando perseguimos esas fantasías, la lujuria ofrece algo de placer inicial, pero luego utiliza ese escaso placer para atraparnos. Una vez cautivados por la lujuria, anhelamos cosas que no tenemos y nos lamentamos por las que hemos perdido; en general, seguimos atormentados.
La lujuria nos engaña así al trabajar en conjunto con sus agentes externos. Siempre que vemos objetos de los sentidos tentadores, la lujuria interior derriba los baluartes de nuestra inteligencia y conciencia. Despojados de esas defensas, terminamos haciendo cosas tontas e inmorales para saciar la lujuria, que permanece insaciable y nos seduce una y otra vez.
Así como el ejército defensor necesita vigilancia adicional para contrarrestar al enemigo interno, nosotros también necesitamos vigilancia adicional para contrarrestar la lujuria. Esa vigilancia puede cultivarse practicando bhakti-yoga con diligencia. Al estudiar minuciosamente las Escrituras, nos volvemos sabios frente a los caminos astutos de la lujuria. Y al absorbernos en Kṛṣṇa a través del servicio y el recuerdo, gradualmente obtenemos una profunda realización interior. Cuando atesoramos profundamente este gozo espiritual, lo guardamos alerta contra cualquiera que amenace con robarlo, ya sea desde sus escondites o guaridas.
Los sentidos, la mente y la inteligencia son los lugares de asiento de esa lujuria, a través de los cuales ella cubre el verdadero conocimiento de la entidad viviente y la confunde. - Bhagavad-gītā 3.40
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