Nuestra vulnerabilidad interior aumenta nuestra vulnerabilidad exterior


Bhagavad-gītā 3.40

Supongamos que un ejército que custodia un fuerte tiene algunos traidores potenciales que pueden abrir encubiertamente las puertas del fuerte a los agresores. La vulnerabilidad interna del ejército –la posibilidad de que sus propios soldados deserten– aumenta su vulnerabilidad ante los enemigos externos.
Si comparamos nuestra conciencia con un fuerte, estamos bajo el ataque de muchos objetos tentadores del mundo exterior. Nuestra vulnerabilidad a estos objetos aumenta por los deseos inferiores presentes dentro de nosotros, que pueden, en cualquier momento, abrir las puertas de nuestra conciencia para que entren las tentaciones. Estos deseos nos hacen creer que los objetos de los sentidos son placenteros, y tan inmensa e inmediatamente placenteros que si no nos entregamos a ellos, nos estamos perdiendo el mayor placer de la vida. En realidad, sin embargo, los objetos mundanos ofrecen, en el mejor de los casos, un poco de placer seguido de muchos problemas. Los deseos que nos hacen creer lo contrario son engañadores.
Al alertarnos de la presencia de tales enemigos internos, el Bhagavad-gītā (3.40) declara que los deseos egoístas representados por la lujuria están arraigados dentro de nosotros, en nuestros sentidos, mente e inteligencia. Para evitar que estos deseos nos saboteen internamente, debemos estudiar las Escrituras con regularidad, recordándonos así nuestra gran vulnerabilidad, tanto externa como interna. Y debemos seguir la directriz suprema de las Escrituras de practicar bhakti-yoga y fijar nuestra conciencia en Kṛṣṇa, la fuente todo atractiva de todo placer.
Mediante la práctica regular de bhakti-yoga, comenzamos a saborear el recuerdo pleno de Kṛṣṇa dentro de nuestra propia conciencia, sintiéndonos así internamente satisfechos. Debido a que ya no nos sentimos tan dependientes de los objetos externos para obtener placer, dejamos de darle a nuestros deseos inferiores la libertad de salir a la superficie o sabotearnos. Gradualmente, a medida que nos volvemos cada vez más satisfechos en Kṛṣṇa, los deseos inferiores son eliminados de nuestra conciencia.
Con una práctica intensa de bhakti-yoga, cuando Kṛṣṇa se convierte en nuestro deseo prominente y dominante, esa pureza interior garantiza nuestra seguridad incluso en medio de la vulnerabilidad exterior.
Los sentidos, la mente y la inteligencia son los lugares de asiento de esa lujuria, a través de los cuales ella cubre el verdadero conocimiento de la entidad viviente y la confunde. - Bhagavad-gītā 3.40

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