Supongamos que, mientras conducimos, escuchamos una advertencia por radio de que una tormenta va a azotar la carretera. Prudentemente retrasaríamos o desviaríamos nuestro viaje. Si imprudentemente continuáramos por ese camino, la tormenta nos arrastraría.
El Bhagavad-gītā utiliza la metáfora de un viento tormentoso para advertirnos que no nos expongamos innecesariamente a la tentación. En el (2.67) se afirma que cuando dejamos que la mente contemple los objetos sensoriales percibidos por los sentidos errantes, esa contemplación desencadena un deseo tormentoso que primero barre nuestra inteligencia y luego nos barre a nosotros. Es decir, primero nos hace olvidar el bien y el mal, y luego nos hace cometer locuras, incluso cosas terribles. Una vez que estamos atrapados en la agonía de nuestra mente, resistir sus contundentes impulsos es casi imposible; es como resistir una tormenta después de haber quedado atrapados en ella.
Así como una tormenta atmosférica puede ser físicamente desastrosa, la tormenta de deseos puede ser espiritualmente desastrosa. Tenemos que soportar las consecuencias kármicas de nuestra indulgencia desenfrenada, incluida especialmente la consecuencia del agravamiento de esos deseos, que aumenta tanto la frecuencia de futuras tormentas como nuestra vulnerabilidad a ellas.
¿Cómo podemos evitar tal peligro? Recordando que la contemplación de los objetos de los sentidos nos pone en peligro de tormenta y evitando conscientemente dicha contemplación. Por supuesto, necesitamos contemplar algo. Entonces, la mejor manera de evitar contemplar objetos tentadores es tener algo mejor que contemplar. El bhakti-yoga nos ofrece objetos estimulantes y gratificantes para la contemplación espiritual: Kṛṣṇa en sus múltiples manifestaciones.
Durante el viaje de nuestra vida, si nos mantenemos ocupados en el recuerdo y el servicio de Kṛṣṇa, no sólo podremos permanecer seguros sino también espiritualmente satisfechos. Más importante aún, podemos progresar constantemente hacia su morada eterna, que está para siempre fuera del alcance de todas las tormentas sensuales.
Así como un fuerte viento arrastra un bote que se encuentre en el agua, así mismo uno sólo de los errantes sentidos en el que se concentre la mente, puede arrastrar la inteligencia del hombre. - Bhagavad-gītā 2.67
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