No somos amos en nuestra propia casa, pero tampoco tenemos por qué ser esclavos


Bhagavad-gītā 3.34

Espiritualidad Lógica
Supongamos que vivimos en una casa donde las puertas de repente se abren y se cierran con un chirrido, y las luces se encienden y apagan al azar. Supongamos que llegamos a saber que compartimos esa casa con alguien perturbador. Luego negociaremos con ellos para vivir lo más pacíficamente posible.
Si comparamos nuestro cuerpo con nuestra casa, entonces no somos el amo de nuestra casa ni siquiera su único ocupante. Con nosotros reside nuestra mente, que está llena de innumerables impresiones. Estas impresiones nos hacen apegarnos a algunas cosas y ser reacios a otras. Impulsados ​​por estas impresiones, a menudo surgen en nosotros diversos estados de ánimo, sin nuestra intención ni siquiera nuestro consentimiento. Debido a esos estados de ánimo, a menudo no cumplimos con nuestras diversas resoluciones para mejorar. Al desanimarnos, podemos dejar de hacer resoluciones y dejarnos llevar pasivamente por nuestro estado de ánimo. Si cedemos así, nos convertimos en esclavos en nuestra propia casa.
Afortunadamente, tenemos una mejor opción; podemos negociar con los estados de ánimo de nuestra mente. Como en cualquier negociación, necesitamos dar algo para ganar algo. Podemos aceptar hacer algo con lo que nos sentimos bien, sólo para conseguir que hagamos algo importante por nosotros, incluso cuando no nos sienta bien.
Para negociar eficazmente, necesitamos saber qué podemos dar y qué no. Nuestras impresiones internas se pueden clasificar en dos categorías amplias - nuestra naturaleza psicofísica básica (ministerial, gerencial, mercantil y mecánica) y nuestras diversas debilidades humanas - lujuria, ira, avaricia, envidia, orgullo e ilusión. El Bhagavad-gītā recomienda que nos adaptemos a nuestra naturaleza básica sin reprimirla (3.33), pero regulemos nuestras debilidades humanas sin complacerlas (3.34).
Si aprendemos así a negociar con nosotros mismos, podremos sacar lo mejor de nosotros.
Piénsalo:
· ¿Cómo no somos dueños de nuestra propia casa?
· ¿Cómo podemos convertirnos en esclavos en nuestra casa?
· ¿Cómo nos guía el Gītā para negociar con nosotros mismos?
Existen principios para regular el apego y la aversión relacionados con los sentidos y sus objetos. Uno no debe quedar bajo el control de ese apego y esa aversión, pues ambos son obstáculos en el sendero de la autorrealización. - Bhagavad-gītā 3.34

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