Bhagavad-gītā 8.16
La imbecilidad de la mente consiste en creer que las cosas que no nos han proporcionado satisfacción hasta ahora nos la proporcionarán la próxima vez. Se imagina que las mismas actividades insatisfactorias (comer, dormir, aparearse y defendernos) a las que nos hemos entregado millones de veces en esta vida y en vidas anteriores nos darán algo nuevo, algo emocionante, algo sensacional, si hacemos las cosas bien la próxima vez. Con esta esperanza, la mente nos mantiene atrapados en la existencia material, buscando algo materialmente placentero y soportando la repetición del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte.
La ciclicidad del tiempo se refiere a cómo las cosas giran una y otra vez en la naturaleza - desde el segundero de un reloj analógico, pasando por el ciclo periódico de los días, meses y años, hasta el movimiento circular de los cuerpos celestes. Desde una perspectiva filosófica, la naturaleza cíclica del tiempo implica que, en última instancia, no hay nada nuevo en la existencia material - solo existe el eterno retorno de lo viejo. Como se dice sabiamente, las noticias son simplemente cosas viejas que le suceden a gente nueva.
Comprender la ciclicidad del tiempo es una buena medicina para la imbecilidad de la mente. El Bhagavad-gītā ( 8.17 ), al contrarrestar el anhelo humano de satisfacción en el nivel material, advierte que incluso las moradas celestiales, como la de la divinidad creadora Brahmā, están limitadas por el tiempo y son perecederas. Solo elevándonos del nivel material de conciencia al nivel espiritual y aprendiendo a amar a la suprema divinidad inmaterial Kṛṣṇa, podemos obtener la satisfacción eterna. Él es siempre accesible en sus muchas manifestaciones internas y externas, aun así, a menudo somos incapaces de concentrarnos en Él debido a la obsesión material de la mente. Meditar en la ciclicidad del tiempo nos ayuda a darnos cuenta de que, materialmente, las cosas solo se agotan, nunca funcionan. Esta comprensión puede proporcionarnos el desapego necesario para centrarnos con determinación en la realización espiritual y, de ese modo, encontrar la satisfacción devocional.
Desde el planeta más elevado del mundo material hasta el más bajo de ellos, todos son lugares de sufrimiento en los que ocurre el reiterado proceso del nacimiento y la muerte. Pero aquel que llega a Mi morada, ¡oh, hijo de Kuntī!, nunca vuelve a nacer. – https://vanipedia.org/wiki/ES/BG_8.16
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