Bhagavad-gītā 3.16
Supongamos que una persona conduce un automóvil, pero el automóvil no se mueve en absoluto. Entonces queda en duda si lo que están haciendo es conducir.
El mismo principio se aplica también a la vida. Vivimos para experimentar alegría; de hecho, para aumentar nuestra alegría y poder disfrutar para siempre. Si vivimos de una manera que no nos produce alegría, ¿realmente estamos viviendo?
Si alguien vive en coma durante mucho tiempo, podemos preguntarnos si esa existencia vegetal es vida. No estamos físicamente comatosos, pero sin darnos cuenta llegamos a estar espiritualmente comatosos cuando vivimos para nuestros sentidos.
¿Cómo? ¿No son placenteros los placeres sensuales? Sí, parecen así, pero sólo al principio. Pronto, el placer disminuye, pero el deseo aumenta. Hasta que seamos arrastrados a la indulgencia no tanto para obtener placer como para evitar el dolor de un deseo intolerable. Por ejemplo, cuando las personas se vuelven alcohólicas, se sienten tan atormentadas que beben no para drogarse, sino simplemente para sentirse normales.
Cuando vivimos para los sentidos, toda nuestra vida se reduce a una experiencia sensual. No podemos experimentar la mayor parte de la riqueza multifacética de la vida, ni siquiera materialmente, y mucho menos espiritualmente. De manera pertinente, el Bhagavad-gītā (3.16) declara que aquellos que viven para los placeres sensuales viven en vano.
La sabiduría del Gītā explica que todos somos almas en un viaje de evolución espiritual de múltiples vidas. Somos partes del todo atractivo supremo, Kṛṣṇa, destinado a una vida de amor eterno con Él. Cuanto más nos conectamos con Él mediante la práctica de bhakti-yoga, más saboreamos su dulzura. Cuando vislumbramos la felicidad espiritual, empezamos a darnos cuenta de que vivir sensualmente nos impide disfrutar de los mejores placeres de la vida.
Mediante la práctica sostenida de bhakti, cuando comenzamos a saborear constantemente la felicidad devocional, nos convencemos de que vivir para Kṛṣṇa es vivir realmente, porque sólo ello cumple el propósito de vivir: la alegría eterna.
Mi querido Arjuna, aquel que en la vida humana no sigue el ciclo de sacrificios establecidos así por los Vedas, lleva ciertamente una vida llena de pecado. Dicha persona vive en vano, porque sólo vive para la satisfacción de los sentidos. – Bhagavad-gītā 3.16
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