Bhagavad-gītā 4.2
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Poder. Eso es lo que motiva a la mayoría de los políticos hoy en día. Como suelen tener valores y objetivos mundanos, imaginan que el poder mundano es su puerta de entrada a la felicidad. Puede que hablen del amor a la gente, pero sobre todo hablan del amor al poder.
La sabiduría del Gītā nos revela líderes políticos de un género completamente diferente - líderes filosóficamente iluminados y motivados devocionalmente. El Bhagavad-gītā (4.02) los llama rajarshis, que se puede traducir como reyes santos o sabios reales. De cualquier manera, la designación indica que encarnan una intrigante armonía de mundanalidad (transmitida por la palabra raja, rey) y ultramundana (transmitida por la palabra rishi, sabio).
El Gītā indica que estos santos reyes están conectados a una sucesión discipular que se remonta a la fuente de toda sabiduría y amor, Kṛṣṇa. A través de esta conexión discipular, se educan, se entrenan y se realizan en el propósito espiritual del mundo. Entienden que el mundo es, en última instancia, una expresión del amor de Kṛṣṇa; Él lo ha proporcionado como un escenario para que redirijamos nuestro amor hacia él y así alcanzar la vida y la felicidad eternas.
Tal visión devocional enriquece la administración mundana de estos santos reyes con una aspiración sobrenatural - el poder del amor. Reconocen que su propio bienestar –y el de sus ciudadanos– reside en canalizar el poder del amor desde el corazón humano hacia el corazón divino. Por eso no trabajan bajo la ilusión de que el poder mundano trae felicidad. En consecuencia, sus talentos y energías quedan libres para ser utilizados en la implementación de políticas sólidas basadas en las Escrituras que presagian el bien integral de todos.
Todos somos líderes a nuestra manera, grandes o pequeños. Si comenzamos a encarnar el poder del amor en lugar del amor al poder, entonces podemos desencadenar pequeñas pero significativas ondas de influencia que contribuirán a restaurar nuestra política a la integridad moral y la santidad espiritual.
Esta ciencia suprema se recibió así a través de la cadena de sucesión discipular, y los reyes santos la entendieron de ese modo. Pero en el transcurso del tiempo la sucesión se rompió, y, por ello, la ciencia tal como es parece estar perdida. – Bhagavad-gītā 4.2
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