Bhagavad-gītā 5.15
Al conocer la definición de Dios como la causa de todas las causas, podemos preguntarnos: "¿Es Él la causa de los males que comete la gente?".
No, porque aunque Él es la causa de todas las causas, también ha dado libre albedrío a algunas de esas causas, es decir, a los seres vivos conscientes. Cuando hacen mal uso de su libre albedrío, actúan de manera perversa, desafiando la voluntad de Dios. Esos errores no son causados por Dios.
Consideremos un ejemplo: las lluvias son la causa del alimento de toda la vegetación que crece en un campo. Pero las lluvias no determinan la vegetación específica que crece allí, sino el tipo de semillas que hay en el campo. Si se han sembrado buenas semillas, crecerá buena vegetación. De lo contrario, simplemente pueden crecer malas hierbas.
De manera similar, Dios proporciona a todos los seres vivientes un campo de acción, es decir, su cuerpo material y sus situaciones materiales. Las semillas en este campo son sus propios deseos. Y según esas semillas de deseos, en ese campo surge el fruto de las buenas o malas acciones. De manera pertinente, el Bhagavad-gītā (5.15) afirma que el Supremo no determina las acciones de los seres vivientes; ellos mismos a veces eligen acciones equivocadas, siendo engañados por la ignorancia.
Esta ignorancia puede ser erradicada por la sabiduría del Gītā. Gracias a este conocimiento, comprendemos gradualmente que el servicio amoroso a Kṛṣṇa es la fuente de la mayor felicidad para nosotros. Comprender esto y practicar bhakti-yoga nos permite cambiar las semillas del deseo en nuestro corazón, trayendo así auspiciosidad a nuestra vida.
En resumen, Dios es la causa de todas las causas en el sentido de que es la fuente de todas las cosas en este mundo. Y Él no es la causa de todos los efectos en el sentido de que no es el deseante de todos los acontecimientos que aquí suceden.
Y el Señor Supremo tampoco asume la responsabilidad de las actividades pecaminosas o piadosas de nadie. Sin embargo, los seres encarnados están confundidos a causa de la ignorancia que cubre su verdadero conocimiento. – Bhagavad-gītā 5.15
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