Bhagavad-gītā 5.24
Si estamos buscando algo en la oscuridad, debemos enfocar nuestra linterna en la dirección donde se encuentra ese objeto. Si la linterna se dirige a otra parte, permaneceremos buscando durante mucho tiempo.
Permanecemos en la misma búsqueda durante mucho tiempo cuando buscamos placer. Si comparamos el alma con una linterna, nuestra conciencia es como su rayo de luz. Con nuestra conciencia, siempre estamos buscando placer. Desafortunadamente, sin embargo, la luz de nuestra conciencia a menudo se desvía hacia el ámbito de la materia, donde el placer es fugaz, en lugar del ámbito del espíritu, donde el placer es duradero.
¿Por qué nuestra conciencia está tan mal dirigida? Porque nuestra cultura materialista y nuestra mente materialista nos engañan implacablemente. Nuestra experiencia sigue confirmando la declaración del Gītā (5.22) de que la gratificación sensual termina en frustración, incluso tribulación. Sin embargo, seguimos esperando que las cosas mundanas pronto nos brinden el placer tan prometido.
Aunque el bhakti-yoga es un proceso poderoso para redirigir nuestra conciencia hacia Kṛṣṇa, somos nosotros quienes debemos realizar la redirección. Mientras practicamos bhakti, si internamente seguimos anhelando los placeres mundanos, entonces nuestra linterna interior permanece apuntando en dirección opuesta a Kṛṣṇa. Incluso si nuestras piernas se mueven hacia Kṛṣṇa por nuestras prácticas devocionales externas, nuestra cabeza permanece vuelta hacia las cosas mundanas. En consecuencia, nuestro progreso sigue siendo lento. Y mientras practicamos bhakti, nos sentimos mayoritariamente privados, no satisfechos.
Sin embargo, la fuente de la satisfacción suprema, Krisna, siempre permanece eminentemente accesible para nosotros. El Gītā (5.24) nos insta a centrar nuestra luz interior en la realidad espiritual y buscar la felicidad dentro, no fuera; al hacerlo, trascendemos la ilusión mundana y realizamos nuestra espiritualidad.
Cuando redirigimos resueltamente nuestra conciencia del mundo hacia Kṛṣṇa en lugar de dejar que nuestros antojos la desvíen, lentamente saboreamos una satisfacción cada vez mayor a través de la absorción en Él.
Aquel cuya felicidad es interna, que es activo y se regocija internamente, y cuya meta es interna, es en verdad el místico perfecto. Él está liberado en el Supremo, y al final llega al Supremo. – Bhagavad-gītā 5.24
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