Bhagavad-gītā 5.22
Supongamos que nos atormenta la sed en un desierto. Si alguien nos da agua, parecería que nos está haciendo un gran favor. Pero si dieran sólo una gota de agua, sería terriblemente decepcionante. Peor aún, si al buscar esa gota descuidáramos el camino hacia un oasis, terminaríamos doblemente privados.
Similar es nuestra situación en nuestra búsqueda del placer. La cultura materialista nos promete placer de innumerables maneras a través de los innumerables objetos sensoriales que muestra, a menudo en formas mejoradas tecnológicamente. Una cultura permisiva que ofrece libre acceso a ese placer parece estar haciéndonos un gran favor. ¿Pero lo es realmente?
La exageración cultural no puede ocultar la realidad de que el placer sensorial es angustiosamente decepcionante. ¿Por qué? Porque los objetos de los sentidos no permanecen disponibles o atractivos por mucho tiempo. E incluso aunque sean placenteros, la capacidad de nuestro propio cuerpo para disfrutar del placer sensorial es ineludiblemente limitada.
Incluso si tenemos la oportunidad de comer ilimitadamente en un hotel de cinco estrellas que ofrece la mejor cocina del mundo, nuestro estómago limitará nuestro disfrute. Una vez que se llena, la satisfacción pronto se desvanecerá y el anhelo regresará, dejándonos atormentados y frustrados.
El placer sensual es inherentemente fugaz, demasiado fugaz para ser satisfactorio. El Bhagavad-gītā (5.22) advierte que el placer sensual termina pronto y termina en miseria. Terminamos doblemente privados - no obtenemos el tan glamoroso placer material y ni siquiera consideramos la posibilidad de un placer espiritual duradero.
Al comprender cómo nos privamos, podemos dejar de anhelar los placeres sensuales y comenzar a conectarnos con la realidad espiritual suprema, Kṛṣṇa, quien es la fuente de todo placer.
Nosotros como almas somos eternos, Kṛṣṇa es eterno, nuestra conexión con Él, cuando se realiza practicando bhakti-yoga, también es eterna. Cuando nos absorbemos devocionalmente en Él, el placer resultante es eterno y eternamente satisfactorio.
Una persona inteligente no participa de cosas que son fuentes de desdicha y las cuales se deben al contacto con los sentidos materiales. ¡Oh, hijo de Kuntī!, esa clase de placeres tienen un comienzo y un final, y por eso el hombre sabio no se deleita con ellos. – Bhagavad-gītā 5.22
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