Bhagavad-gītā 5.22
Supongamos que alguien nos da un cheque que rebota. Si esa persona vuelve a emitir cheques, no los aceptaremos.
De manera similar, nuestra mente a menudo emite cheques, pero el cuerpo no puede cobrarlos porque los cheques de la mente no están arraigados en la realidad. Así, por ejemplo, la mente nos promete un inmenso placer a través del disfrute sensual, pero el placer es colosalmente anticlimático.
Puramente a nivel físico, la capacidad del cuerpo para disfrutar es limitada. La capacidad de la mente para fantasear sobre el placer sensual no está limitada, pero la capacidad del cuerpo para disfrutar del placer sensual es aguda y angustiosamente limitada. La mente puede fantasear con la comida todo el día, pero el cuerpo puede comer comida durante muy poco tiempo. La mente puede fantasear con el sexo todo el día, pero el cuerpo puede disfrutar del sexo sólo unos momentos, unos minutos como máximo.
Al final, cuando nos involucramos en el acto de disfrutar, nos detenemos no porque estemos satisfechos sino porque la capacidad de nuestro cuerpo está agotada. No le queda nada más al cuerpo para seguir persiguiendo la fantasía de la mente para disfrutar. El Bhagavad-gītā subraya esto cuando dice que los sabios, sabiendo que los placeres sensuales son fugaces y decepcionantes, se abstienen de ellos.
De manera similar, todos nosotros, reconociendo que la mente no tiene la solvencia crediticia adecuada, debemos negarnos a aceptar el cheque que emite. En cambio, necesitamos volvernos hacia Kṛṣṇa y absorber todo nuestro ser, incluido nuestro cuerpo, en el servicio de Kṛṣṇa, y así podemos disfrutar de una felicidad superior que, como Kṛṣṇa es la fuente ilimitada de felicidad, la promesa que hace, los controles que emite, nunca rebotarán, se cumplirán al nivel del alma donde el alma eterna eventualmente se unirá eternamente en un vínculo eterno de amor extático con el Señor eterno.
Una persona inteligente no participa de cosas que son fuentes de desdicha y las cuales se deben al contacto con los sentidos materiales. ¡Oh, hijo de Kuntī!, esa clase de placeres tienen un comienzo y un final, y por eso el hombre sabio no se deleita con ellos. – Bhagavad-gītā 5.22
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