Bhagavad-gītā 5.19
Unidad es una palabra de moda entre los buscadores espirituales - a menudo quieren sentirse uno con el universo, con la naturaleza, con la existencia. Como nuestras vidas son frecuentemente agitadas y fragmentadas, la unidad suena prometedora y pacífica.
Sin embargo, la unidad no proporciona una plenitud duradera porque la plenitud no llega simplemente a través de la eliminación de lo negativo (agitación y fragmentación), sino principalmente a través de la experiencia y expresión de lo positivo. Y la realidad más positiva es el amor - amar y ser amado. El amor, por supuesto, requiere un otro, alguien distinto de nosotros mismos a quien podamos amar.
Si bien el amor requiere del otro, también requiere algo en común que pueda vincularlos. Si el otro es completamente diferente, entonces el amor se vuelve imposible; aunque existen los dos necesarios para el amor, no existe nada que los una. Por tanto, el amor requiere un equilibrio entre la alteridad y la unidad.
La sabiduría del Gītā indica que este equilibrio se encuentra en la igualdad ( saamya ). La igualdad transmite la realidad de que todos los seres vivos, incluido el Ser Supremo, comparten la misma naturaleza espiritual: todos somos eternos y todos compartimos un anhelo eterno de amor. La igualdad no implica unidad porque, aunque todos somos similares, no somos idénticos - cada uno de nosotros es un individuo distinto y discreto. Y este principio de igualdad se aplica también a la relación entre lo humano y lo divino. Aunque somos infinitesimales y Dios es infinito, aun así podemos vincularnos con Él porque compartimos un corazón similar que se deleita en el amor.
Mediante la visión de la igualdad, el Gītā indica que no sólo podemos ver más allá de lo externo como la casta, el color o incluso las especies (5.18), sino que también podemos liberarnos incluso mientras estamos en este mundo de esclavitud (5.19). En su sentido más evolucionado, la visión de la igualdad centra el amor de nuestro corazón en nuestro Señor supremamente compatible, aislándolo así de las ilusiones que nos atan a este mundo.
Aquellos que tienen la mente establecida en la igualdad y en la ecuanimidad, ya han conquistado las condiciones del nacimiento y la muerte. Ellos son intachables como el Brahman, y por eso ya están situados en el Brahman. – Bhagavad-gītā 5.19
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