Bhagavad-gītā 4.38
Nuestra cultura nos obsesiona con las cosas instantáneas: té instantáneo, comida instantánea, mensajería instantánea, por nombrar algunas. Este enamoramiento a menudo nos vuelve impacientes por las cosas que funcionan a su propio ritmo. Semejante impaciencia puede ser perjudicial, incluso letal, para nuestra vida espiritual, que se centra en redirigir nuestro amor de la materia a Kṛṣṇa. Como hemos desviado nuestro amor durante muchas vidas, es poco probable que su redirección se produzca de la noche a la mañana.
Es por eso que el Bhagavad-gītā (4.38) declara kalenatmani vindati: a su debido tiempo, saborearemos la felicidad interior. A modo de ilustración, la expansión de nuestro amor desde la materia hacia Kṛṣṇa a menudo se compara con el florecimiento de una flor.
Así como un capullo tiene un tamaño limitado, nuestro amor actualmente está restringido al ámbito limitado de la materia. Así como el capullo florece gradualmente y actualiza su belleza potencial, nuestro amor se expande gradualmente mediante el servicio devocional hasta que alcanza y abraza a Kṛṣṇa, y así actualiza nuestra belleza espiritual potencial. Así como no podemos acelerar el florecimiento de una flor más allá del ritmo decidido por la naturaleza, no podemos acelerar la expansión de nuestro amor más allá del ritmo decidido por Kṛṣṇa. Por eso la paciencia es indispensable en el camino espiritual.
Al mismo tiempo, ser paciente no significa ser apático respecto de nuestras prácticas espirituales. Básicamente significa ser humilde y no esperar felicidad espiritual instantánea de manera prematura o poco realista. Seguramente podemos desear amar a Kṛṣṇa pura y plenamente. Pero en lugar de exigir presuntuosamente ese amor y su éxtasis concomitante, podemos expresar modestamente ese deseo mediante nuestra diligencia en el servicio devocional. Cuanto más brindamos un servicio libre de expectativas, más saboreamos la satisfacción de ese servicio en sí. Y avanzamos hacia un amor y una felicidad que supera todas nuestras expectativas.
En este mundo no hay nada tan sublime y puro como el conocimiento trascendental. Dicho conocimiento es el fruto maduro de todo misticismo, y aquel que se ha vuelto experto en la práctica del servicio devocional disfruta de ese conocimiento internamente, a su debido tiempo. - Bhagavad-gītā 4.38
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