Bhagavad-gītā 4.9
La visión lógica del mundo acepta sólo aquellas cosas que tienen sentido para la facultad lógica de la inteligencia. Así, por ejemplo, puede descartar la noción de Dios como ilógica.
Por el contrario, la cosmovisión psicológica prioriza los sentimientos de la mente sobre las cosas. Por lo tanto, puede racionalizar a Dios como una reconfortante verdad psicológica cuya realidad o irrealidad objetiva es irrelevante.
Sin embargo, ambas visiones del mundo suponen que el nivel material es la única realidad - es su punto de referencia para discernir la verdad.
La sabiduría del Gītā explica que nuestro actual nivel material de percepción es como un sueño. Los obsesionados con la lógica son como aquellos que nunca han visto el Sol en sus sueños y afirman que no existe. Los obsesionados con la psicología son como aquellos que sostienen que a las personas que ven el Sol en sus sueños se les debería permitir soñar. Pero ninguno de los dos considera la posibilidad de que más allá del sueño pueda haber un mundo de vigilia en el que el Sol sea una realidad objetiva.
La sabiduría del Gītā expande nuestra conciencia para considerar la posibilidad de la realidad no material. Y el proceso del yoga, especialmente el bhakti-yoga, nos despierta del nivel onírico de la realidad material al brindarnos experiencias espirituales de Kṛṣṇa. Estas experiencias son tan dulces y profundas que, en comparación, hacen que la realidad material sea pálida y rancia.
Cuando saboreamos una realidad espiritual tan sublime, dejamos de rechazar o reducir a Dios - rechazarlo como ilógico o reducirlo a una verdad psicológica. En cambio, utilizamos lo lógico y lo psicológico, hasta donde pueden llegar, para perseguirlo. Es decir, ocupamos la inteligencia y la mente en nuestro servicio devocional a Él. El Bhagavad-gītā (4.9) indica que cuando entendemos que las actividades de Kṛṣṇa son trascendentales – es decir, en nuestro contexto, más allá de lo lógico y lo psicológico – la purificación devocional resultante eleva nuestra conciencia al nivel espiritual, donde nos unimos a Él en amor eterno.
¡Oh, Arjuna!, aquel que conoce la naturaleza trascendental de Mi aparición y actividades, al abandonar este cuerpo no vuelve a nacer de nuevo en este mundo material, sino que alcanza Mi morada eterna. – Bhagavad-gītā 4.9
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