Supongamos que una persona planta cuidadosamente árboles jóvenes en un jardín, pero al ver que no hay frutos y pensar con impaciencia que nunca los habrá, esa persona los arranca.
Normalmente, nadie, por impaciente que sea, haría esto, principalmente porque la destrucción es visible y pone la evidencia de nuestra locura ante nuestros ojos. Pero la devastación en nuestro jardín interior es invisible, por lo que a menudo causamos estragos allí con indiferencia al actuar en base a nuestras dudas.
Practicar la vida espiritual es como plantar retoños de hábitos positivos y devocionales en el jardín de nuestro corazón. Esos retoños producirán frutos de virtudes que culminarán en la virtud suprema del amor: el amor por Kṛṣṇa y por todos los seres vivos que se relacionan con Él.
Sin embargo, la transformación subyacente del carácter lleva tiempo. Pero somos impacientes y, al no ver resultados, empezamos a dudar de si vale la pena practicar la vida espiritual. Si cedemos a esas dudas, no sólo abandonamos nuestras prácticas espirituales, sino que también terminamos sumergiéndonos en indulgencias que inducen al engaño y la degradación, causando así estragos en nuestro jardín interior.
Así, trágicamente, hacemos aún más inaccesibles los mismos frutos que estábamos tan impacientes por obtener. Pertinentemente, el Bhagavad-gītā (9.3) advierte que los infieles permanecen atrapados en la existencia mundana.
En lugar de dejarnos llevar por nuestras dudas, debemos elevarnos por encima de ellas. El Bhagavad-gītā (9.2) asegura que las realidades espirituales superiores pueden ser reivindicadas a través de la experiencia de las prácticas yóguicas. Incluso si la transformación sustancial del carácter lleva tiempo, la práctica sincera del bhakti puede darnos la experiencia del refugio y la fuerza que provienen de la absorción en Kṛṣṇa. Esta sombra interior puede reforzar nuestra fe en que el retoño devocional está realmente creciendo y dará frutos a su debido tiempo. Al animarnos así, podemos perseverar en nuestra práctica espiritual y finalmente saborear el fruto supremo del amor espiritual inmortal.
Aquellos que no son fieles en este servicio devocional no pueden alcanzarme, ¡oh, conquistador de los enemigos! Por lo tanto, ellos regresan al sendero del nacimiento y la muerte de este mundo material. – Bhagavad-gītā 9.3
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