Bhagavad-gītā 9.17
Si necesitamos pedirle ayuda a una persona importante, dudaremos si no teníamos una relación previa con ella. Pero si nos reconoce y nos dice: “Te conozco, eres el nieto de fulano”, entonces nuestro temor desaparecerá y podremos comunicarnos libremente.
De la misma manera, cuando buscamos la ayuda de la persona supremamente importante, Dios, podemos dudar si no lo hemos adorado mucho antes. Afortunadamente, sin embargo, aunque no conozcamos a Kṛṣṇa, Él nos conoce. Y nos conoce no a través de su conexión con alguien conectado con nosotros, sino a través de su conexión directa con nosotros. Él es nuestro padre supremo (Bhagavad-gītā 9.17). Él no sólo nos conoce personalmente, sino que también nos ama enormemente –de hecho, ilimitadamente. Incluso si no lo hemos adorado antes, Él está complacido de que al menos ahora hayamos venido a Él; Él llama a quienes se acercan a Él piadosos ( sukritinah : Gītā 7.16) y de gran corazón ( udarah : Gītā 7.18).
Al contemplar esta realidad reconfortante de que no somos extraños para Kṛṣṇa, podemos despojarnos de nuestros temores al invocarlo. Él nos ayudará, sea cual sea nuestro propósito al acercarnos a Él. Pero si aspiramos a desarrollar una relación amorosa con Él, entonces esa aspiración le agrada más, porque sólo mediante esa relación podemos encontrar alivio a toda angustia. Somos como el hijo pródigo, y Dios es el padre que se regocija con el regreso de Su hijo, y más aún cuando el hijo regresa no para pedir dinero y alejarse de nuevo, sino para quedarse para siempre.
La sabiduría del Bhagavad-gītā explica que somos almas eternas destinadas a deleitarnos en el amor inmortal por Kṛṣṇa. El Bhagavad-gītā (7.19) indica que cuando comprendemos que Kṛṣṇa es todo lo que nuestro corazón anhela, nos iluminamos. Al estar así inspirados para amarlo con pureza, gradualmente alcanzamos la satisfacción eterna.
Yo soy el padre de este universo, la madre, el sostén y el abuelo. Yo soy el objeto del conocimiento, el purificador y la sílaba oṁ. Yo también soy los Vedas Ṛg, Sāma y Yajur. - Bhagavad-gītā 9.17
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