Bhagavad-gītā 5.17
Supongamos que una persona infectada con malaria se niega a tomar cualquier tratamiento sin ver primero el mosquito que le picó y saber cuándo, cómo y por qué le picó.
Suena ridículo, ¿no?
Podemos sentir curiosidad por la etiología de una enfermedad, su forma de causarla; pero obsesionarse tanto con la etiología como para descuidar la terapia es autodestructivo. Esta obsesión autosaboteadora puede plagar nuestra curiosidad sobre la causa de nuestra existencia mundana. Somos seres espirituales que vivimos en este mundo material. Es imposible saber cómo llegamos hasta aquí. Algunos culpan a Dios por habernos colocado en un mundo lleno de problemas; algunos atribuyen la caída a la imprudencia de un humano primitivo o de un alma primitiva; algunos apuntan al materialismo de nuestro entorno. Aunque este análisis etiológico puede ir en varias direcciones, casi nunca llega a una explicación plenamente satisfactoria. Lo que es más perjudicial, la obsesión por la causalidad remota a menudo nos distrae de la terapia espiritual inmediata.
El Bhagavad-gītā (5.15) identifica la ignorancia como la causa del engaño del alma. Como reflejo de un eminente pragmatismo espiritual, el Gītā no se detiene excesivamente en el origen de la ignorancia, sino que procede inmediatamente a la potencia del conocimiento espiritual para disipar esa ignorancia (5.16). Luego delinea el mejor proceso para alcanzar el conocimiento espiritual (5.17): fijar nuestra conciencia – nuestra inteligencia, nuestra mente, nuestra fe y nuestra aspiración – en Kṛṣṇa. Tal enfoque hace que la iluminación sea una función no de la intelectualidad humana, sino de la misericordia divina. El Gītā (10.11) asegura que Kṛṣṇa ilumina los corazones de los devotos con la lámpara del conocimiento. Cuando practicamos bhakti-yoga con sinceridad, experimentamos sus potencias duales: disipar la ignorancia y sus apegos concomitantes; y otorgar claridad de percepción y su concomitante mayor atracción hacia Kṛṣṇa.
Al centrarnos así en el bhakti como remedio para la enfermedad de la ignorancia, podemos evitar distracciones cognitivas y progresar rápidamente hacia la felicidad espiritual eterna.
Cuando la inteligencia, la mente, la fe y el refugio de uno están todos fijos en el Supremo, uno se limpia por entero de los recelos a través del conocimiento completo, y prosigue así por el sendero de la liberación, sin desviarse. – Bhagavad-gītā 5.17
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