Todos necesitamos una sensación de seguridad en nuestras vidas. A menudo, buscamos esa seguridad tratando de construir un capullo a nuestro alrededor, tratando de controlar nuestras vidas con un conjunto férreo de planes, patrones y rutinas.
Desafortunadamente, la vida frecuentemente rompe y ocasionalmente aplasta el capullo. La gente no se comporta como esperábamos. Los acontecimientos no resultan como esperábamos. Nuestro propio cuerpo y mente no cooperan como suponíamos que lo harían. Estos tres destructores de esperanza son conocidos en el lenguaje védico como adhibhautika-klesha, adhidaivika-klesha y adhyatmika-klesha respectivamente.
Cuando nuestras esperanzas se ven frustradas, a veces entramos en un modo hiperdefensivo, resentidos por todo lo que sale mal y arremetiendo contra quien creemos que debe ser culpado. Nos volvemos algo así como los "no me toques" humanos: versiones de dos patas de la planta que hiperreaccionan ante cualquier estímulo amenazante. Nos encontramos explotando ante pequeñas provocaciones. Nada parece ayudar.
La sabiduría del Gītā puede ayudar donde todo lo demás falla. Nos ayuda a comprender que el problema no reside en la situación exterior, sino en nuestras expectativas interiores. Esperamos seguridad donde simplemente no existe: en el nivel material, donde el cambio es inevitable e ineludible.
Necesitamos buscar seguridad en el lugar correcto: en el nivel espiritual inmutable en nuestra identidad eterna y nuestra relación eterna con Kṛṣṇa. Una vez que encontramos esa seguridad interior, los trastornos materiales pierden su efecto. Funcionamos a nivel material sin que ello nos afecte, como una hoja de loto que no ha sido tocada por el agua, como indica el Bhagavad-gītā(5.10). Esto no significa que nos volvamos como una piedra; significa que nos motiva una visión espiritual y un propósito devocional que eclipsa los trastornos materiales.
Entonces las adversidades entran y salen de nuestras vidas, pero nuestro núcleo permanece intacto.
A aquel que ejecuta su deber sin apego, entregándole los resultados al Señor Supremo, no lo afecta la acción pecaminosa, tal como a la hoja del loto no la toca el agua. – Bhagavad-gītā 5.10
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