Bhagavad-gītā 6.15
Mientras practicamos la vida espiritual y nos esforzamos por alcanzar la pureza, podemos desanimarnos: “La cultura actual me llena de muchos deseos impuros. Y mi mente también se distrae con tantas fantasías impuras. ¿Alguna vez llegaré a ser puro?
Sí definitivamente. De hecho, la pureza es nuestro eterno estado natural. Somos en esencia puros - somos almas, que son partes eternas del todo puro Supremo, Kṛṣṇa.
Para recuperar nuestra pureza innata, sólo necesitamos cambiar la programación predeterminada de nuestra mente.
Supongamos que tenemos una computadora con alguna programación predeterminada no deseada. No necesitamos culpar ni descartar a la computadora. Tampoco necesitamos reprendernos a nosotros mismos ni descartar nuestras posibilidades de utilizarlo. Sólo falta que nos pongamos manos a la obra para cambiar su programación. De manera similar, incluso si nos encontramos atrapados en pensamientos impuros, no necesitamos culpar al mundo, asumiendo el papel de víctima indefensa. Tampoco necesitamos culparnos a nosotros mismos, cargándonos con una culpa inútil. Sólo tenemos que ponernos manos a la obra para cambiar la programación predeterminada de la mente. De hecho, todo el proceso del yoga tiene como objetivo provocar este cambio en la mente. El Bhagavad-gītā (6.15) asegura que la mente se calma mediante la práctica sostenida de yoga, facilitando así el progreso del buscador hacia la liberación.
El bhakti-yoga purifica la mente más rápidamente porque ofrece el objeto más satisfactorio para la contemplación - la realidad espiritual suprema, totalmente atractiva y pura, Kṛṣṇa. Aunque nuestra mente pueda divagar durante nuestras prácticas devocionales, incluso el enfoque intermitente en Kṛṣṇa nos da vislumbres de una realidad más elevada y una realización más profunda de la misma. Al experimentar repetidamente esta sublime realidad, la mente gradualmente se inclina a concentrarse en Kṛṣṇa en lugar de en los objetos mundanos. Cuando aceptamos a Kṛṣṇa como su fuente predeterminada de felicidad, la pureza se vuelve nuestra – y también, a su debido tiempo, la serenidad y el éxtasis.
Practicando así un control constante del cuerpo, la mente y las actividades, el místico trascendentalista, con la mente regulada, llega al Reino de Dios [o la morada de Kṛṣṇa] mediante el cese de la existencia material. – Bhagavad-gītā_ 6.15
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