Que la razón sea nuestro ministro, no nuestro amo


Bhagavad-gītā 9.1

Podríamos llegar a preguntarnos: “¿Tengo que renunciar a la razón para poder creer en el Bhagavad-gītā?”.
De ningún modo, responde la sabiduría del Bhagavad-gītā. Pero debemos asegurarnos de que la razón sea nuestro ministro, no nuestro amo.
Entendamos la diferencia:
La razón como amo: Si instalamos la razón como el árbitro último de nuestra vida, sus juicios pueden ser devastadores. Los escépticos que han hecho de la razón su dios secular han razonado hasta desaparecer, tanto en sentido figurado como literal. Mediante su razonamiento, dedujeron que sus emociones, que no son más que señales neuroquímicas, eran ilusorias; su conciencia era ilusoria; y lo mismo eran ellos mismos - su sentido del yo era falso. Por lo tanto, la vida misma carecía de sentido. Así que la única pregunta filosófica en la vida, dijo el filósofo escéptico Albert Camus, era si debía suicidarse mañana u hoy. Mejor hoy, decidieron algunas personas, vencidas por la desesperación debido a ese razonamiento, y terminaron con sus vidas.
La razón como ministro: Si no hemos sufrido tanto bajo la tiranía de la razón es porque hemos tenido el sentido común de no convertirnos en sus fanáticos adoradores. No hemos puesto la razón en un pedestal más alto que la realidad. Y la realidad es que nuestra existencia es una realidad mayor que la realidad de la razón; es porque existimos que razonamos. Por eso es necesario que subordinamos la razón al veredicto de la experiencia.
La razón como ministra nos ayuda a separar la espiritualidad auténtica de la espiritualidad de la sombra; los principios básicos de la sabiduría del Bhagavad-gītā resisten sin duda el escrutinio de la razón. Sin embargo, la potencia transformadora de la sabiduría del Bhagavad-gītā no se reivindica en el tribunal de la razón, sino en el de la experiencia, como indica el Bhagavad-gītā ( 9.2 : pratyakshavagamam ). Al negarnos a dejar que la razón se convierta en nuestro amo, nos abrimos a la experiencia interior de Kṛṣṇa, que es la prueba confirmatoria definitiva de la vida.
Este conocimiento es el rey de la educación y el más secreto de todos los secretos. Es el conocimiento más puro de todos, y como brinda una percepción directa del ser mediante la iluminación, es la perfección de la religión. Además, es eterno, y se practica con alegría. – Bhagavad-gītā 9.2

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