Bhagavad-gītā 5.29
El mandato del Bhagavad-gītā
de recordar a Dios constantemente puede parecer imposible o incluso
irrelevante. Si bien esta directiva puede entenderse en varios niveles,
consideremos una comprensión universal que puede impregnar toda nuestra
vida.
Si bien Dios es representado o revelado
de diferentes maneras en diversas tradiciones, centrémonos primero en la
concepción fundamental de Dios. La palabra Dios, que está estrechamente
relacionada con la palabra bien, transmite la idea de que hay una bondad
subyacente y unificadora en toda la existencia. En el Bhagavad-gītā
se explica a Dios como el Ser que hace posible que todo suceda; Él existe
en todo, como todo y también más allá de todo.
Sin entrar en tecnicismos o complejidades
filosóficas, la bondad de Dios equivale al principio de que la existencia es,
en última instancia, benevolente. Este es un recuerdo que puede ser
inmensamente fortalecedor cuando enfrentamos los muchos desafíos de nuestra
vida y somos testigos de los muchos problemas del mundo. Es fácil ceder al
escepticismo o al cinismo, renunciar al mundo, a la humanidad en general, a las
personas que nos rodean o a nosotros mismos. Sin embargo, la existencia es
demasiado complicada y multifacética para justificar tal incredulidad en la
bondad. A pesar de todas las cosas malas que hay en el mundo,
periódicamente vemos cosas buenas y vemos personas haciendo cosas buenas y, a
veces, nos encontramos haciendo cosas buenas, cosas mejores de lo que nuestro
cinismo permitiría.
Por lo tanto, recordar a Dios significa
recordar que no importa cuántas cosas parezcan mal, hay un núcleo de bondad en
el mundo, en la naturaleza, en las personas y, lo más importante, en nosotros
mismos. Esta bondad puede manifestarse a través de nuestros esfuerzos,
mejorando así nuestro corazón y nuestro rincón del mundo.
Visto desde esta perspectiva filosófica,
recordar siempre a Dios significa recordar siempre buscar el bien por dentro y
por fuera.
Conclusión:
Recordar siempre a Dios significa
recordar siempre que la existencia, externa e internamente, es en última
instancia benevolente.
Una persona que tiene plena conciencia de Mí, que Me conoce como el beneficiario último de todos los sacrificios y austeridades, como el Señor Supremo de todos los planetas y semidioses, y como el benefactor y bienqueriente de todas las entidades vivientes, se libra de los tormentos de los sufrimientos materiales y encuentra la paz. – Bhagavad-gītā 5.29
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