Bhagavad-gītā 6.21
La atención es fundamental para disfrutar de cualquier cosa. Cuando un deportista de renombre está en acción, los aficionados disfrutan viendo atentamente toda la acción e incluso las repeticiones.
Necesitamos atención para disfrutar también la vida devocional. Mientras realizamos actividades espirituales, experimentamos felicidad devocional sólo cuando nos volvemos internamente atentos a la presencia de Kṛṣṇa.
De lo contrario, si no prestamos atención, por ejemplo, en nuestra meditación diaria, pronto encontraremos que las sesiones de meditación son aburridas y poco interesantes. En esos momentos, la atención se siente como una detención. El mandato del Gītā de estar atentos parece una privación de nuestra libertad mental para pensar en cosas más agradables.
Pero el mismo Bhagavad-gītā (6.21: sukham ātyantikaṁ ) declara que el plano espiritual ofrece la felicidad suprema. ¿Por qué no experimentamos esta felicidad? Por la mala dirección de los deseos causada por una convicción deficiente.
Kṛṣṇa, siendo la Persona Suprema todo atractiva, es la reserva de toda felicidad. Cuando nos concentramos en Él, saboreamos una felicidad espiritual mucho mayor y más profunda que cualquier placer material. Pero todavía no estamos convencidos de que Él sea la fuente de la felicidad suprema. Más bien, creemos que los objetos mundanos son la fuente de la verdadera felicidad. Entonces, incluso mientras hacemos actividades devocionales externamente, internamente deseamos objetos mundanos en lugar de Kṛṣṇa. Nuestra situación se parece a la de los aficionados al deporte que se ven obligados a ver un deporte cuando desean ver otro en un canal de televisión diferente. Así como ellos se sentirían detenidos, nosotros también.
Nuestros sentimientos de aburrimiento son señales de que necesitamos fortalecer nuestras convicciones intelectuales. El estudio contemplativo de las Escrituras es un potente estimulante de la convicción. Mediante tal estudio educativo, nos sentiremos inspirados a redirigir nuestros deseos hacia Kṛṣṇa. Una vez que lo deseemos, veremos la atención no como una detención sino como la puerta de entrada a la satisfacción suprema.
En la etapa de la perfección denominada trance, o samādhi, la mente de uno se abstiene por completo de las actividades mentales materiales, mediante la práctica del yoga. Esa perfección se caracteriza por la habilidad que tiene uno de ver el Ser mediante la mente pura, y de disfrutar y regocijarse en el Ser. En ese estado jubiloso, uno se sitúa en medio de una felicidad trascendental ilimitada, que se llega a experimentar a través de los sentidos trascendentales. Establecido así, uno nunca se aparta de la verdad, y al conseguir esto, piensa que no hay nada mejor. Al uno situarse en esa posición nunca se desconcierta, ni siquiera en medio de la mayor de las dificultades. Esto es en verdad estar libre de hecho de todos los sufrimientos que surgen del contacto material. – Bhagavad-gītā 6.21
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