Bhagavad-gītā 9.32
Nuestra tendencia material normal es guiarnos por lo externo. Nos formamos una impresión de las personas en función de su apariencia, dónde viven, qué vehículos manejan y cuál es su profesión.
Cuando llevamos esta tendencia a la vida espiritual, juzgamos a los devotos en función de sus posiciones dentro de las jerarquías eclesiásticas. Lo que es peor que juzgar a los demás es que incluso juzgamos nuestro propio crecimiento espiritual por nuestra estatura en esa jerarquía. Si estamos ascendiendo dentro de esa jerarquía, nos sentimos felices, pensando que estamos creciendo espiritualmente. De lo contrario, nos compadecemos de nosotros mismos, pensando que estamos estancados espiritualmente.
Sin embargo, el crecimiento espiritual depende de la disposición, no de la posición. Cuando nuestra disposición interna se vuelve más devocional y menos sensual, cuando nuestra atracción interna hacia Kṛṣṇa aumenta y nuestra atracción hacia las cosas mundanas disminuye, este cambio es la prueba segura del avance espiritual.
Por supuesto, este cambio no se produce de forma automática y sin ayuda de nadie. Requiere un cultivo interior consciente, al que contribuye en gran medida un entorno cultural propicio. El objetivo primordial de las instituciones espirituales es proporcionar un entorno de este tipo y, por lo tanto, facilitar la transformación interior.
Como todas las instituciones, las instituciones espirituales necesitan contar con personal. Lo ideal es que los puestos en dichas instituciones se correspondan con las disposiciones: quienes ocupan puestos más elevados están allí porque su disposición devocional es mayor. Pero como estas instituciones tienen que funcionar en el mundo material, las consideraciones mundanas a veces se entrometen en el idealismo; algunas personas pueden ascender debido a factores ajenos a los espirituales.
Por eso, juzgar el crecimiento espiritual de alguien basándose en posiciones externas, incluso posiciones eclesiásticas, puede ser engañoso. El Bhagavad-gītā nos insta a ir más allá de esa superficialidad cuando proclama ( 9.32 ) que incluso los grupos sociales considerados convencionalmente inferiores en la jerarquía cultural predominante –las mujeres, los comerciantes y los trabajadores– pueden alcanzar el destino supremo si cultivan la disposición devocional correcta.
¡Oh, hijo de Pṛthā!, aquellos que se refugian en Mí, aunque sean de baja estirpe —las mujeres, los vaiśyas [los comerciantes] y los śūdras [los trabajadores]—, pueden dirigirse hacia el destino supremo. - Bhagavad-gītā 9.32
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