Nuestra convicción de que la felicidad es nuestro derecho es correcta


Bhagavad-gītā 6.20

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Todos anhelamos la felicidad y estamos profundamente convencidos de que tenemos derecho a ser felices. Pero esta convicción va en contra de nuestra realidad vivida. En la vida real, a pesar del revuelo mediático, el placer que buscamos se nos escapa. Con frecuencia no obtenemos las cosas que prometen placer. Incluso si los conseguimos, su placer se desvanece justo cuando se supone que debe alcanzar su punto máximo. Peor aún, millones de personas viven constantemente con lo opuesto a la felicidad - el sufrimiento. Aunque ellos también están convencidos de que la felicidad es su derecho, su vida está llena de pobreza, enfermedades, conflictos y muchos otros problemas.
Cuando vivimos en un mundo donde la felicidad es, en el mejor de los casos, difícil de alcanzar y el sufrimiento es omnipresente, ¿de dónde viene nuestra convicción de que tenemos derecho a ser felices? Desde nuestro núcleo espiritual. La felicidad es parte de nuestra composición como almas eternamente conscientes y felices. El alma es una parte eterna de Dios, Kṛṣṇa, y está legítimamente destinada a deleitarse en el amor eterno con él.
Por lo tanto, nuestra convicción sobre la felicidad es correcta, pero lo que está mal es la dirección en la que intentamos actualizar esa convicción. Como nuestra mente está apegada a lo material, buscamos la felicidad en las cosas mundanas. Así, nos volvemos como animales que buscan agua en un espejismo. El agua es una necesidad genuina y existe, pero no en los espejismos del desierto. De manera similar, la felicidad es nuestra necesidad genuina y, de hecho, existe, pero no en las cosas materiales.
El Bhagavad-gītā (6.20) indica que mediante la práctica constante del yoga, cesa el anhelo predeterminado de la mente por placeres mundanos parecidos a espejismos. Entonces nuestra visión se vuelve hacia adentro, vemos nuestro verdadero yo con nuestra capacidad cognitiva espiritual y nos deleitamos en nuestra naturaleza eterna.
Dirigiendo así nuestra búsqueda de la felicidad en la dirección correcta –la dirección espiritual– podemos hacer realidad nuestro derecho a ser felices.
En la etapa de la perfección denominada trance, o samādhi, la mente de uno se abstiene por completo de las actividades mentales materiales, mediante la práctica del yoga. Esa perfección se caracteriza por la habilidad que tiene uno de ver el Ser mediante la mente pura, y de disfrutar y regocijarse en el Ser. – Bhagavad-gītā 6.20

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